Fuegos mal apagados
Grandes poderes e intereses están en danza entorno a los gravísimos escándalos que empiezan, o pasan o terminan en ese personaje tóxico llamado José Manuel Villarejo
Madrid
La tentación de ocultar los malos pasos con la esperanza de que los sepulte el olvido es casi un instinto y la historia de nuestra democracia está llena de episodios que demuestran que cuando se cayó en esa tentación fue un desastre. El pasado regresó con las facturas cargadas de intereses y emponzoñadas. Tenemos muchos ejemplos desde los GAL hasta la Gürtel que reaparecieron con un retrogusto peor que agriado años después provocando efectos políticos devastadores ¿Escarmentaremos? Pues yo creo que no.
Fuegos mal apagados
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Ahora mismo, grandes poderes e intereses están en danza entorno a los gravísimos escándalos que empiezan, o pasan o terminan en ese personaje tóxico llamado José Manuel Villarejo, pero que en modo alguno debería despacharse limitándose a poner el foco en tan siniestro sujeto, que su espionaje delictivo de altos vuelos necesitaba complicidades con muchos galones. En bancos, en la Agencia Tributaria. Complicidades que es imperativo desenmascarar. Y porque sus revelaciones tienen que ser esclarecidas por completo porque implican directa o indirectamente a personalidades muy relevantes como Francisco González, María Teresa Fernández de la Vega, Miguel Sebastián, etc, en irregularidades que de ser ciertas sería un asunto muy serio y de ser falsas hay que abordar porque ensucian su nombre de forma intolerable.
Pedir que se investigue, que se desmienta, que se aclare no es hacer el juego al chantajista, es tratar de evitar que las sospechas queden flotando en el aire como polvo envenenado en suspensión, que es lo último que necesita nuestra vida pública. La forma de dar carpetazo a los casos como en el asunto del rey emérito con Corinaa no es para nada el mejor modelo de cierre, de fuegos mal apagados, hacen a veces grandes incendios. En España lo sabemos muy bien.