Crucificados por convertir budistas al cristianismo
El 5 de febrero de 1597, el Shogun mandó ejecutar a los 25 cristianos que no quisieron renunciar a su fe
Madrid
Intentar convencer a alguien de que cambie de religión no debe ser tarea fácil. Sin embargo, la historia está llena de gente que viajó hasta sitios muy lejos de su hogar para intentar hacer creer a los nativos que habían entendido mal el sentido de la vida, la muerte y el más allá.
Este fue el caso de unos cuantos españoles que se fueron a Japón hacia finales del siglo XVI. Fueron allí para explicarles a los japoneses que Dios había venido a la Tierra en un rincón del Mediterráneo y que lo habían clavado en una cruz pero que luego había resucitado. Aunque a los japoneses esto les sonaba muy lejano en todos los sentidos, lo cierto es que los monjes españoles consiguieron convertir a unos cientos de ellos. Esto inicialmente le parecía bien al Shogun, el dictador de Japón, porque así el poder de los monjes budistas se debilitaba, pero luego cambió de idea. Empezó a pensar que demasiada injerencia extranjera no podía ser buena, y que sería mejor cerrar el país a estas nuevas religiones. Así que obligó a los que se habían convertido al cristianismo a volver al redil budista. Pero no todos quisieron hacerlo, y fue justamente un 5 de febrero, del año 1597, cuando recibieron lo que el Shogun consideraba que era su justo castigo. El líder japonés mandó ejecutar a los 25 cristianos que no quisieron renunciar a su fe, entre ellos, a cuatro españoles. Siendo los japoneses grandes amantes de la formalidad, consideraron que el castigo más adecuado para unos cristianos solo podía ser… la crucifixión.
Así que celebremos que hoy podemos intentar convencer a la gente de cualquier chorrada, ya sea que la Tierra es plana o que la homeopatía funciona, sin mayores consecuencias que una tangana virtual en Twitter.