Un juicio sin fiscales
¿Dónde están los fiscales del Tribunal Supremo? Curiosamente, juegan en desventaja. Los tribunos que lanzan proclamas políticas "indepes" se niegan a contestar sus preguntas

Madrid
En esta vista oral del juicio a los doce apóstoles del secesionismo catalán, casi todo está en su sitio. Los jueces, capitaneados por un habilísimo presidente. Manuel Marchena, un hombre de retranca. Los abogados y sus clientes, los procesados. Que se dividen entre los tribunos de la ardorosa plebe trabajando para la historia; y los practicantes de la defensa técnica, jurídica, escrupulosa, que trabajan para su libertad inmediata o al menos para salir lo mejor parados que sea posible.
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Casi todo está en su sitio. El problema está en el casi. ¿Dónde están los fiscales del Tribunal Supremo? Curiosamente, juegan en desventaja. Los tribunos que lanzan proclamas políticas “indepes” se niegan a contestar sus preguntas. Normal. Lo sorprendente es que quienes juegan en la defensa técnica, a veces humildes, a veces arrogantes, les están dando sopas con honda. Al menos desde la perspectiva de la retórica.
A estos fiscales les cuesta preguntar con acierto. Se enredan con las proclamas de autodeterminación, de libertad, de pacifismo, que menudean los acusados. Y les inquieren sobre su visión de las cosas, sobre su interpretación de los acontecimientos, no sobre sus actuaciones concretas, sobre sus actos. Así que no sabemos todavía exactamente si los procesados dieron o no órdenes incorrectas a los Mossos; si se encargaron o no de las actuaciones peligrosas del referéndum, y de después; si se pagaron o no las facturas de la propaganda de los actos ilegales. Si el ministerio público no despierta, no es que esté en peligro la “igualdad de armas” del proceso. Es que no se logrará aclarar el paquete de los hechos disputados.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




