¿Amaño o negligencia? Así es el documental definitivo sobre el asesinato de Isabel Carrasco
Justin Webster, el director de la serie de no ficción 'Muerte en León', estrena una película documental en la que trata de dar respuesta a los interrogantes no investigados sobre el crimen de Isabel Carrasco
Madrid
El asesinato de la presidenta de la diputación de León, Isabel Carrasco, en 2014, llevó al director Justin Webster a acercarse al suceso y retratar los amaños del poder político provincial en la serie documental ‘Muerte en León’. Fruto de estas investigaciones, Webster y su equipo descubrieron una serie de llamadas realizadas por Triana, una de las condenadas por el asesinato, a Luis Estébanez, asesor del presidente de la Junta de Castilla y León, que nunca fueron tratadas en el juicio.
‘Muerte en León: caso cerrado’, que se proyecta en algunos cine, es un largometraje que llega el 22 de marzo a HBO en el que el director profundiza más en las relaciones del Partido Popular con las condenadas y trata de dar respuesta a las últimas evidencias encontradas. Muchas de ella, no investigadas y sin respuesta.
¿Cómo llegáis a reabrir el documental con estas nuevas investigaciones?
Llegamos a tener un cliffhanger no deseado. Encontramos estas llamadas buscando en el entorno de Triana para entenderla mejor y las dejamos al margen hasta el final de la edición, cuando cerramos todos los cabos sueltos. Cuando hablé con Luis Estébanez y dijo que nadie le había contactado, me resultó algo incomprensible. Seguimos el hilo hasta el final, pero tuvimos que entregar la serie en un plazo y no tuvimos tiempo para más. Tuve la sensación de no haber dado un final definitivo y seguimos con los rodajes para volver a montar la historia en forma de largometraje.
¿Qué novedades aporta este largometraje, aparte de este cierre final?
No podemos decir que hayamos llegado al fondo, pero sí a un cierre más definitivo, y hemos dado una respuesta a si hubo negligencia u ocultación de pruebas. La serie no es solo una denuncia sobre la investigación, sino también un retrato, y en la película este retrato es más afinado porque tenemos en cuenta el final. Al saber el final, contamos las cosas de una forma un poco diferente.
¿Cómo funciona la película como pieza independiente de la serie? ¿Qué sensación te ha quedado sobre si ha habido o no ocultación de pruebas?
Para la gente que no ha visto la serie, la película consigue retratar un mundo, un contexto sin el cual es muy difícil entender el caso. Esto es lo que investigación hizo mal: concentrarse sólo en las tres mujeres para cerrar el caso lo más rápido posible y que no se extendiera en el tiempo. Esas llamadas que encontramos apuntan a un amaño dentro de una historia de amaños, como ocurre desde el principio, con Triana y las oposiciones. Todo está teñido de política, pero se refiere al poder en las provincias, un poder que no es una cuestión de partidos, no sólo ocurre en el Partido Popular.
¿Cómo conseguiste abstraerte de la cobertura mediática del caso?
La diferencia entre la sospecha y un caso concreto es muy diferente. Hemos intentado, y creo que conseguido, no especular sobre nada, como la idea de que Isabel Carrasco podía provocar inspecciones de Hacienda o el tema del acoso sexual. Todo esto lo investigamos a fondo, pero al final lo dejamos fuera porque era insustancial. Lo bueno de este tipo de series documentales es que pueden evitar especular: el juicio fue un show mediático enorme, y esto conduce a la posibilidad de amaños: tanta información dificulta mucho discernir lo verdadero de lo falso, funciona como una cortina de humo. El día a día es completamente lo contrario a lo que hicimos nosotros, que fue pasar un año y medio investigando y dejar muchísimo fuera.
¿Tuviste presiones por parte de alguien para dejar de investigar?
No. Lo bueno de este trabajo es empezar lentamente. Para conseguir meter las cámaras en el juicio tuvimos que convencer a mucha gente, al juez y a las partes. Tenemos muy buena relación con todos, aunque no todos están muy contentos con el final. No todo es blanco o negro, es un retrato donde ves los fallos de diseño, los problemas y las tentaciones que pueden surgir en un ambiente así.
¿Este tipo de documentales son una nueva manera de ejercer el periodismo?
Totalmente. Aunque tiene unas aspiraciones cinematográficas en lo narrativo, tiene que tener una base de rigor periodístico, y el tiempo que lleva realizarlo permite equipararlo al periodismo de investigación bien contrastado y con el que se pueden descubrir cosas nuevas.
¿En qué momento piensas que en este asesinato hay una historia que te permite hacer ese retrato social?
Casi de inmediato, sobre todo por lo inexplicable que me parecía todo lo que había pasado: una mujer de 55 años mata a otra mujer de 59 años en una capital de provincia a plena luz del día, todo se explica por una venganza personal y la cobertura no explica prácticamente nada. Fue sobre todo curiosidad, la sensación de que había algo más. También sentía que León tenía una personalidad y un mundo por descubrir.
¿Cómo diseñas esos personajes, que son reales, pero con un trazo que parece de ficción y sin perder de vista el trazo periodístico al que te tienes que atener?
No tiene nada de ficción, pero sí hay tentaciones para inventar y hay que saber resistirlo. La única forma es con mucho trabajo y mucho tiempo. Contar a través de los personajes sólo es posible teniendo mucho material.
¿Ha cambiado tu percepción sobre Isabel Carrasco?
Lo que me chocó mucho al llegar a León fue el odio hacia ella de mucha gente diferente, y en muchos casos creo que era justificable porque era cruel y agresiva. Sin embargo, tenía muchas virtudes, era muy inteligente, trabajadora, tenía mucho sentido del humor… Era una mezcla de muchas cosas, como todos nosotros.
En los últimos años, y a raíz del podcast ‘Serial’ y de series como ‘Making a Murderder’ y ‘The Jinx’, el género del true crime ha cobrado mucha presencia. ¿Por qué este interés? ¿El auge del género viene propiciado por las plataformas digitales?
El true crime, este nuevo género que ha tenido tanto auge, tiene mucho interés porque un crimen pone el foco en la verdad sin prejuicios, y este siempre es un buen comienzo para la no ficción. Yo empecé haciendo este tipo de documentales para las televisiones públicas, que cada vez tenían menos financiación, y nos han salvado plataformas como HBO, Netflix, Amazon y Movistar. Este estilo de no ficción se ha revalorizado, al igual que la ficción seriada.
¿Hay algo más de lo que pase en este país de lo que te interesara hacer una mirada así?
Me gustaría mucho hacer una serie sobre Almodóvar, un viaje alrededor de él que sería también un retrato de España.