Neus Ballús: "Las directoras noveles somos vistas como un elemento de riesgo"
La directora catalana presenta en el Festival de Málaga su segunda película, 'Staff Only', el viaje de una adolescente rebelde a Senegal. Un retrato de la mirada neocolonista de Occidente a África y de la forma en que se relacionan los turistas
Málaga
La cantera de directoras catalanas, ganadoras de las dos últimas Biznagas, suma este martes en el Festival de Málaga otro nombre con una de las propuestas más interesantes de todo el certamen hasta ahora. Neus Ballús presenta su segunda película, 'Staff only', un retrato de la mirada neocolonial del turismo occidental a África. A esos resorts, espacios segregados que crean un falso imaginario del país y dicen mucho de la forma de relacionarnos cuando viajamos en estos tiempos de postureo en Instagram. La cinta, rodada en Senegal, cuenta la historia de un padre (Sergi López), agente de viajes, y sus dos hijos durante unas vacaciones en uno de esos hoteles de pulserita que te aíslan de la realidad de un país y su gente. La realizadora coloca en el centro del relato a una adolescente (la debutante Elena Andrada con una interpretación que ojalá obtenga reconocimiento) y su visión desprejuiciada y rebelde en un viaje también de autodescubrimiento hacia la responsabilidad. Charlamos con la directora y la protagonista.
¿Cómo nace esta historia y qué te lleva a Senegal?
Estuve en Senegal hace doce o catorce años en una época en la que viajaba mucho, no podía estar en Barcelona más de dos meses. Tenía una necesidad de conocer otros lugares, otra gente, otras maneras de entender la vida y todos esos viajes acabaron formando mi personalidad futura como adulta. En ese momento no era consciente. Es un momento crucial en la vida, el de estos primeros viajes y lo que convertí en película. El viaje a esa área de Senegal, llena de turistas europeos, me marcó especialmente por la dificultad de relacionarme con la gente. Era el contexto más adecuado para esta historia.
La película refleja la mirada occidental neocolonial y paternalista hacia África
En estos viajes tenía el deseo de filmar cosas, siempre iba con una cámara pero nunca me sentía legitimidad para contar la realidad de estos lugares. Me di cuenta que para filmar algo fuera de tu contexto más natural, en mi caso, tienes que asumir este rol de extranjera de una forma muy abierta. Yo soy quien soy, tengo la mirada de una mujer blanca, de un determinado estrato social y económico, y desde este punto de vista de forma honesta, asumiendo quién soy, podré contar algo. Era interesante este espacio porque hay presencia europea blanca ahí. No me atrevería a contar una historia sobre senegaleses sea cual sea el tema si no participo de ello. Por eso la protagonista es una chica de 17 años, que es blanca, de Barcelona y está en un momento determinado de su vida.
¿Por qué hacerlo a través de la mirada de un adolescente? Con esa visión desprejuiciada y rebelde en un viaje también de autodescubrimiento
Es ese momento tan naif, tan inocente y tan bonito de alguien que cree que nace en la Barcelona multicultural que cree que somos todos iguales. Esa cosa tan hippie en la que me crié, con esta ficción. Cuando te empiezas a mover o profundizar, o establecer relaciones de amistad, te das cuenta que el lugar en el que naces y el lugar que ocupas en este entramado tan jerárquico que es la sociedad, determina tus relaciones personales. Determina cómo vas a tratar con tu pareja, cómo vas a relacionarte con tus amigos… Entonces es un triste descubrimiento que se produce más o menos a esa edad. A pesar de tu gran voluntad de entenderte con el otro, hay algo que no dependen de ti. Hay unas macroestructuras que determinan esas relaciones personales. Esto te hace menos libre en realidad en una etapa en la que quieres demostrar tu libertad. Esto es lo que descubre Marta y, por eso, era importante que sucediera en esa etapa.
¿Tenemos interiorizado ese racismo, el machismo también, pese al discurso que predicamos?
Sí, tiene mucho de eso. La mayoría de nuestras decisiones e impulsos son inconscientes, y aunque estén muy bien intencionados, como el me enamoro de alguien, me atrae alguien, en esa voluntad positiva ejercemos sin querer unas relaciones de poder, no porque queramos, sino porque somos así. A través de la película, una cosa que me interesaba contar es que cuando tú te haces consciente de tus propias limitaciones como persona, por ese hecho, por llevarlo en el ADN, es el primer paso hacia el cambio. Soy consciente de tengo actitudes machistas o racistas, lo asumo, lo entiendo, viene en mi historia, pero qué puedo hacer en cada decisión para mejorar.
En esta era de Instagram, donde los influencers van a África para hacerse fotos con niños negros, la película no juzga a nadie, contrapone las miradas…¿Cómo debe ser el turismo, también cuando somos receptores, por ejemplo, tú en Barcelona?
El turismo es un tema y un contexto muy interesante en el que suceden todas estas cosas. Hay una pequeña ocupación de todos estos extranjeros de tu zona de vida natural. lo bueno de estos resorts es que no invaden la privacidad de nadie pero segrega, un espacio segregado de unos y de otros que tampoco permite una relación demasiado fluida. La gran pregunta es si es posible viajar de una forma honesta, responsable, intentando que las relaciones personales no sean un souvenir del viaje. En este sentido, el típico viaje de las adolescentes que se enamoran de un local, hay algo muy intuitivo y muy sincero de estas relaciones pero también tiene algo de dominación. He ido a esta excursión, he comido comida local, me he hecho las trencitas y he tenido una relación. Forma parte como del pack de la experiencia turística que supuestamente tienes que vivir. Es muy perverso esto.
¿Cuánto cuesta levantar una segunda película? ¿Y más a una mujer?
A las mujeres nos cuesta el doble y esto está en los datos. No sabemos todavía por qué ocurre. En mi caso concreto, en la voluntad de hacer algo distinto, ya sé hacer La Plaga, me apetecía hacer otra cosa usando mis herramientas del documental a favor de esta historia. El salto de categoría es interesante, los financiadores van siempre sobre seguro. Finalmente el cine es una industria, es un mercado. Las directoras noveles somos vistas como un elemento de riesgo. Cualquier cambio de género, cualquier cambio de presupuesto, se estudia con lupa. Hay una gran dificultad en este sentido y eso explica los cinco años de financiación para esto. Lo bueno es que he desarrollado dos películas a la vez para que no vuelva a suceder.
Puedes ser la tercera directora catalana en ganar la Binazga de Oro ¿Qué tiene esta generación de cineastas con una mirada social al cine?
Cuando se incorporan al cine nuevas miradas, pueden ser de mujeres o pueden ser de gente de otros contextos sociales, con pocos recursos, con realidades determinadas, contamos las mismas historias pero de otra manera. Y esto enriquece el lenguaje del cine en general. Se hace desde otra persepctiva. Y esto el público lo agradece. Cuesta mucho llegar hasta allí, pero hay un factor de renovación en el cine cuando se introducen nuevas miradas. En un momento en el que películas comerciales, que van sobre lo seguro, fracasan comercialmente, me pregunto por qué no ponemos nuestro dinero y nuestro foco en películas que se perciben como arriesgadas pero que finalmente están funcionando en festivales y para el público. Deberíamos de dejar de percibir esta incorporación de nuevas miradas y de mujeres y de nuevas maneras de contar el cine de una forma arriesgada. La originalidad están haciendo que muchas películas funcionen.
Elena Andrada, que estudia en la Universidad Autónoma y aún no sabe si le seduce la inestabilidad del oficio, dota de matices a un personaje que también viaja de la adolescencia a la madurez.
¿Cómo ha sido este viaje de autodescubrimiento para el personaje? Esa adolescente con una mirada no contaminada
La experiencia de Marta -el personaje- y Elena fueron paralelas. Marta descubre un nuevo país y se ve en unas situaciones que nunca se ha visto, y a mí me pasó lo mismo. Me fui a conocer un oficio, a trabajar con gente adulta con 19 años, fue mi primer viaje fuera de mi zona de confort, mi primera vez relacionándome con gente del rodaje mayor. Ambas estamos en ese momento de la vida donde te empiezas a dar cuenta de las realidades. Es un descubrimiento que no es bonito a veces.
¿Y te das cuenta de las responsabilidades?
Marta empieza la película creyendo que ella puede hacer lo que quiera, que es superior a su padre, que no le va a hacer caso… A medida que pasa la película, ella actúa de forma que después se da cuenta de que lo que hace tiene consecuencias. Y eso afecta a gente que le importa, es su responsabilidad y es ella la que se ha equivocado. Es la evolución muy interesante durante la película. Estos resort te hacen apartarte de la realidad del país y Marta intenta alejarse de estas actividades prefabricadas. Ella no se da cuenta de que por ser mujer blanca, europea, tiene unos privilegios de los que no es consciente.
¿Cómo fue el rodaje para una actriz novata que al final sostiene la película y transmite en esos primeros planos toda la personalidad de la joven?
Siendo totalmente inconsciente. Al no tener experiencia, intentarme apoyarme mucho en Neus, de mi coach y de Sergi López. En el momento de los castings, tenía una seguridad que yo no entendía. Y fue llegar al rodaje, y empecé a tener inseguridades los primeros días. Al final, el primer día de rodaje, se repiten secuencias, planos, inconscientemente no sabes si es por qué lo estás haciendo bien o lo estás haciendo mal. Las inseguridades de las primeras veces que tenía. En todo el proceso fui inconsciente, seguía las indicaciones y tiré de mi intuición.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...