Reconocer un derecho no obliga a nadie
Josep Ramoneda analiza el debate social sobre la eutanasia que se ha generado tras el caso de María José Carrasco, la encuesta electoral del CEO catalán y el aval de la Conferencia Episcopal a las terapias para curar la homosexualidad
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Barcelona
Los derechos humanos tienen iconos que nos recuerdan los momentos decisivos para su conquista y puede que el vídeo de la muerte voluntaria de María José Carrasco pase a la historia como uno de ellos. Dice su marido Ángel Hernández, que le ayudó a acabar con su calvario, que los policías que le detuvieron le decían: “Es la ley, pero habríamos hecho lo mismo que usted”. Y probablemente lo mismo ha pensado la inmensa mayoría de las personas que han visto las imágenes. Después de este episodio será difícil a los partidos de la derecha seguir bloqueando los intentos de legalización de la eutanasia. Como todo derecho hay que regularlo. Pero es hora ya que las personas puedan pedir ayuda para irse cuando su vida en este mundo está agotada y es insoportable. Reconocer un derecho no obliga a nadie, simplemente ofrece una posibilidad más a nuestra libertad. El que por moral personal o creencia no acepta la eutanasia tiene todo el derecho a rechazarla, pero no por eso negarla a quien haya decidido que no quiere seguir sufriendo inútilmente.
Hoy el CEO catalán ha publicado una nueva encuesta. Y, más allá de los pronósticos electorales sometido a los vaivenes de una coyuntura muy tensa, una constante se repite: un 80 por ciento de los catalanes está de acuerdo en que tarde o temprano cualquier solución pasará por un referéndum. Este es el punto de mayor consenso. Y todo el mundo lo sabe. Falta crear las condiciones para pactar el cómo, el qué y el cuándo que lo hagan posible. Y no es poco. Va para largo. Y a condición de que todas las partes asuman que este problema no se resolverá para siempre, que se trata de encauzarlo por una larga temporada.
Es alucinante: la Conferencia episcopal avala las terapias para curar la homosexualidad patrocinadas por el obispo de Alcalá de Henares, Reig Plá. ¿La condición sexual como enfermedad? Ante el desatino, el portavoz episcopal precisa: “Usamos la terminología curación no desde el punto de vista médico sino espiritual”. Es decir, la homosexualidad como desvarío moral del que hay que liberar al pecador. ¿Volvemos a los exorcismos?