Jota Linares: "Hace falta concienciación política en las nuevas generaciones"
El director recupera la historia generacional que escribió hace más de 12 años, un puñetazo para todos esos jóvenes que la crisis les robó sus sueños sin avisar. '¿A quién te llevarías a una isla desierta?' se estrena el 12 de abril en Netflix
Madrid
Decía Jota Linares en el pasado Festival de Málaga que esta historia es un exorcismo. El que, en un ejercicio honesto y autocrítico, realizó hace más de 12 años con su amigo Paco Anaya. “Recoge las cosas que nos preocuparon como creadores y jóvenes, gente valiente, luchadora pero también con mucha frustración, una generación perdida que lo único que estaba haciendo era buscar su lugar en el mundo”, recuerda. El corto se estrenó en 2006 y su adaptación teatral, en 2012, tiempo en el que la crisis barrió los sueños de muchos jóvenes en España. “No nos habían preparado para eso, nos enseñaron a ganar, pero no a perder”.
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La historia resucita ahora con un largometraje producido por Beatriz Bodegas (La Canica Films) para Netflix, su entorno ideal para poner frente al espejo a una generación instalada en la falsa felicidad de Instagram. Es un relato universal sobre los sueños rotos, el miedo, las despedidas, lo que queríamos ser, lo que somos, lo que esperan de nosotros y cómo tenemos que adaptarnos a lo que nos hemos convertido. … La cinta radiografía ese pesar generacional a través de cuatro jóvenes (ahora interpretados por Jaime Lorente, María Pedraza, Pol Monen y Andrea Ros) en su última noche en el piso de estudiantes. Un tránsito vital -que pasó de los 18 a la veintena y ahora casi a los 30- que te marca de por vida. Charlamos con él sobre la rabia de una generación, las luchas pendientes, sus referentes y cómo se verán representados los jóvenes hoy.
¿De dónde nace esa rabia generacional? ¿Nos robaron?
Sí, muchísimo. Siento que nos estafaron, nos robaron y nos pegaron patadas en la boca. De ahí surgió mucha rabia, pero es verdad que escribir con rabia es peligroso. De hecho, durante las primeras semanas que estuvo la obra en cartel, el final era muy diferente, era desolador. Y conectaba con el público pero no terminaba de hacerlo del todo. Nos dimos cuenta de que estaba escrito desde la rabia y la frustración. Si la historia hubiera pedido esa rabia y frustración, vale, pero no la pedía realmente. Cambiamos y fue cuando realmente la obra despegó y voló alto. Hay mucha rabia, sobre todo somos una generación que nos enseñaron a ganar pero no a perder. Cuando nos encontramos con que habíamos perdido todo, no supimos gestionar eso. A la vista está. Las edades a las que estamos debutando los directores noveles, las dificultades que tenemos, la gente que se queda en el camino cuando tienen un talento descomunal… Es complicado
¿Cómo ha sido el intercambio generacional con los actores? ¿Hay conformismo en la siguiente generación?
Con el reparto, el cambio fue bastante coherente. Fue tan fácil como sustituir a unos por otros, en eso no hubo problema. Pero sí es verdad que, por edad de los nuevos actores, los notabas que había un poso de conformismo. Ellos han aprendido que las cosas están difíciles. No lo he notado tanto con los actores, pero a los alumnos a los que les doy clase asumen muchas veces que no pueden escribir de ciertas cosas. Y lo asumen como algo normal, de que no pueden manejar ciertos temas porque les van a censurar, le van a hacer un boicot en Twitter o algo así. Me da mucha pena eso. La generación de atrás tiene que luchar un poco por salir de ese sitio de confort, de no podemos hacer esto.
¿Cuáles son las luchas pendientes viendo el contexto sociopolítico?
Las luchas son que asuman, las generaciones que están viniendo, que el contexto político, quieran o no, va a marcar lo que ellos puedan hacer o no. Eso es algo que nosotros lo estamos aprendiendo ahora, también hemos sido una generación muy conformista en ese aspecto porque no lo dieron todo hecho. Y ahora vemos que lo nos dieron, nos lo pueden quitar. Hace falta una concienciación política de las nuevas generaciones que están viniendo para que sepan que, el hecho de que ellos no tengan conciencia política, no implica que la política no vaya a afectar a todos los contextos de su vida.
Vivimos en la época del odio y la falsa felicidad, la película transmite amor y tristeza…
Para mí era muy importante que toda esa desilusión y tristeza, no terminar con un final feliz, pero sí que los personajes volvieran a una casilla de salida diferente. Se dan cuenta de que pueden empezar de nuevo, no se sabe a qué, ni como qué, ni por qué ni cómo lo van a hacer. Eze lo cierra cuando dice ‘estoy tranquilo, estoy bien’. Y eso es la vedad, lo que me interesa. Es una película triste, es un drama, te habla de cuando los chavales jóvenes apagan el móvil y lo bajan. De hecho, decidimos, y era muy importante para nosotros, que no aparecieran redes sociales. Que fuera lo más atemporal posible, pese a que ellos manejan smartphones. Me interesaba mucho que la película, dentro de esa tristeza, creo que conmueve de una manera bonita. Al menos en la obra de teatro, los espectadores salían muy conmovidos pero de una manera positiva. No es una tristeza desoladora. Era importante que Paco Anaya y yo dijéramos en el guion: nos lo han quitado todo pero podéis empezar de cero. A lo mejor no como tú pretendías que iba a ser tu vida, pero quizás transformando tu sueño en otra cosa.
¿Nos quitaron también una representación real en la pantalla? ¿Cómo conecta con esta generación que se va a ver en el espejo?
Ojalá conecte como lo hacía la obra de teatro. Tenemos mucha curiosidad porque, por ejemplo, Bea Bodgas -la productora- y Netflix estaban tan seguros de la película. Al equipo nos encanta. Espero que las nuevas generaciones conecten con la universalidad de la película. La película generacional que más me conmueve es 'La última película', de Bogdanovich, sobre un grupo de amigos en Texas o ‘Esplendor en la hierba’ me encanta. La sigo viendo ahora y me sigo viendo reflejado en esas inquietudes y en esos sueños, en cómo personas que son tan importantes en tu vida, de repente te alejas de ellas. Espero que la gente, esta generación nueva que viene pegada a los móviles y a los selfies descubran en estos cuatro amigos que son ellos cuando bajan el móvil. Deseo que se lleven la película con ellos a su casa para masticarla y para pensar en ella. También creo que el cine español estaba un pelín huérfano de historias generacionales. Es importante, yo he descubierto hace poco que soy milennial, soy del 82, pertenezco a esta generación y me encantaría que la vieran como yo en su día vi ‘Reality bites’, y digan: hostia, está hablando de mí.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...