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'La corresponsal', el precio de la verdad y los traumas de la guerra

Un thriller psicológico que hace un homenaje no complaciente a Marie Colvin, la reportera americana del parche en el ojo que fue asesinada en Siria en 2012. Protagoniza Rosamund Pike

'La corresponsal' (Matthew Heineman)

'La corresponsal' (Matthew Heineman)

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Madrid

En la fructífera relación entre cine y periodismo, la figura del corresponsal de guerra siempre ha tenido un papel privilegiado. Hay ejemplos clásicos, como Bajo el fuego o El año que vivimos peligrosamente. La corresponsal se adentra en el thriller psicológico para narrar los últimos diez años de la reportera americana Marie Colvin.

La corresponsal trabajaba en el Sunday Times desde 1986 y era en una de los referentes del reporterismo de guerra de los 90, había estado en Sierra Leona, Kosovo o Chechenia. La cinta parte de su viaje en 2001 a Sri Lanka para informar de la guerra civil en el país. Nadie había conseguido entrar en seis años en las regiones tamil, ella lo hizo, documentó la crisis humanitaria y cuando intentaba salir, perdió un ojo entre el fuego cruzado de las tropas. La actriz Rosamund Pike, que fue nominada a los Globos de Oro por este papel, es la encargada de interpretar a Colvin.

"Queríamos mostrar tanto a la mujer en el campo de batalla como a la mujer en su hogar, queríamos mostrar a la persona comprometida con la causa, algo que es innegable. Perseguía las historias muy intensamente. Eso le hizo superar cualquier preocupación que sufriera. Pero también vemos a una mujer atormentada cuando volvía a su hogar por las cosas que había visto, es imposible estar expuesto a ese tipo de atrocidades y no pagar por ello de alguna forma en algún momento", declara la intérprete. 

Cuando volvió de Sri Lanka se colocó un parche negro en el ojo, imagen que la convirtió en un icono, la cronista del horror que después viajaría a la guerra de Irak para descubrir una gigantesca fosa común o se desplazaría a Libia para contar las torturas de Gadafi entre disparos. La película, basada en un artículo de Vanity Fair, es un retrato de sus claroscuros. Muestra las dos caras de la reportera. Su pasión profesional, las incursiones en el campo de batalla, no para informar de las movimientos militares, sino para dar voz a las víctimas, eso que Bush llamó daños colaterales, la población civil que sufría y moría con las bombas.

Y su vida personal, sus problemas con el alcohol y sus ataques de pánico cuando volvía a Londres, el estres postraumático, las pesadillas, el tormento de ver la muerte tan cerca. "Era una mujer brillante, valiente, audaz, pero que también tenía los problemas, ansiedades y defectos que tenemos cualquiera de nosotros. Es la historia de una corresponsal de guerra, si hubiera sido una hagiografía o se la hubiera puesto en un pedestal, no habría sido la película que queríamos hacer. Lo magnífico es que era alguien que podía admitir que estaba asustada y que aún así lo superaba. No es tan interesante hacer una película sobre alguien que no tiene miedo. Lo interesante es hacer una película sobre alguien que tiene miedo y que se pone en una situación en la que se experimenta ese miedo a diario", añade Pike. 

El joven Matthew Heineman, uno de los directores más prometedores de documentales, debuta en el largometraje de ficción con mirada crítica y sin caer en el biopic heroico. Rodada en Jordania para recrear todos esos escenarios de guerra, el realizador sabe equilibrar el realismo con la exploración psicológica para, dice, reflexionar sobre los medios de comunicación en la era de la postverdad, donde la propaganda totalitaria se abre paso. "Es una película sobre la verdad, sobre la lucha por la verdad. Es una película sobre una mujer que arriesgó su vida y acabó muriendo mientras buscaba la verdad y luchaba por ella en nombre de las víctimas de las guerras, que no tienen voz. Luchó y murió dando voz a los que no tienen voz". 

Jaime Dornan, el actor de las Ciencuenta sombras de Grey, acompaña a Colvin en muchos de estos viajes. Da vida a Paul Conroy, un fotógrafo freelance con el que entabla una amistad especial. Su última misión juntos fue en Siria en 2012. Ambos lograron entrar en Homs para informar sobre la represión del régimen. La película se detiene en este conflicto, la peor guerra según Colvin, un genocidio programado en el que los periodistas también eran objetivo. La corresponsal denunció en su última conexión con la CNN las masacres perpetradas por los hombres de Bashar Al Assad.

Horas después fue asesinada en un ataque a la zona de prensa. La corresponsal es un homenaje no complaciente, un recuerdo casi nostálgico de un reporterismo que ya no se financia, una reivindicación del periodismo como contrapoder y como altavoz de todos los inocentes que sufren el horror de la guerra.

 
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