La España a la que no llega el 5G... ni lo espera
Las dos Españas - la urbana y la rural - responden a dos realidades distintas en muchos ámbitos. Con la llegada de la tecnología 5G, que llegará a permitir una velocidad y un ancho de banda hasta cien veces superior a la actual, la brecha tecnológica se hace aún más sangrante.
Madrid
Mientras la tecnología 5G llega a España para revolucionar la conectividad móvil y permitirnos –cuando esté plenamente desarrollada- un ancho de banda y una velocidad de hasta cien veces de la que tenemos con la tecnología actual, el 20% de la población española pervive –o lo hacía hasta hace tan solo un año, según los últimos datos de la Secretaría de Avance Digital- con una cobertura de internet con una velocidad inferior a 100 megas. En la llamada ‘España vaciada’, menos de la mitad (48%) de las localidades con menos de 5000 habitantes contaban con una banda ancha de 30 megas. Según explica el Secretario de Estado para el Avance Digital, Francisco Polo, estas son las llamadas zonas blancas, “zonas que no disponen de cobertura de redes de nueva generación, es decir, puede que tengan un internet básico pero no superan los 30 megas por segundo, que es lo que consideramos el mínimo para que una red se considere que tiene buena calidad. Una zona blanca es, además, aquella en la que tampoco está previsto que los operadores desplieguen ese internet de más de 30 megas en el plazo de tres años. Por otra parte, una zona gris es una zona en la que solo existe un operador que dé esa velocidad mínima de 30 megas o hay planes de que solo un operador vaya a hacer ese despliegue de redes en los próximos tres años.”
Según una directiva europea de 2011, las compañías deberán cubrir en los próximos seis meses –antes del 1 de enero de 2020- el 90% de las áreas rurales con una velocidad de 100 megas. Para ello, explica Polo, el Gobierno ha puesto en marcha tres iniciativas: “La primera y más importante es el plan PEBA, un programa de subvenciones plurianual por el que el gobierno destina hasta 150 millones de euros para que los operadores aceleren el despliegue de sus redes de nueva generación. Estas subvenciones hacen que los operadores puedan desplegar internet en las zonas blancas y grises. Con la convocatoria del plan PEBA de 2019, por ejemplo, calculamos que más de 2 millones de españoles que hoy no tienen internet lo tendrán en un futuro próximo. En segundo lugar, en otoño del año pasado aprobamos la hoja de ruta de un plan por el que obligamos a los operadores a alcanzar unos mínimos de cobertura y velocidad en los municipios de menos de 5000 habitantes. Con este plan, los operadores han adquirido el compromiso por el que para el 1 de enero de 2020 el 90% de los ciudadanos y ciudadanas de menos de 5.000 habitantes tendrán acceso a una red de internet de, como mínimo, 30 megas. Y en tercer lugar, a través de la empresa pública Red.es ofrecemos ayudas económicas a todos aquellos ciudadanos y empresas que residen en zonas rurales para financiar la contratación de servicios de conectividad. Son hasta 400 euros que se descuentan del importe del servicio contratado” Aseguran, además, que, en un plazo de 2 años, al menos el 98% de esos pueblos contará con una velocidad de 30 megas. Sin embargo, quienes residen en estos territorios, sufren las consecuencias de la falta de conectividad móvil en su día a día. Pascual Jiménez es Presidente de la Comarca de la Sierra de Albarracín, en Teruel, una de las zonas blancas más importantes de nuestro país. Jiménez explica que la falta de una red adecuada de acceso a internet dificulta la labor tanto en las escuelas como en la sanidad, además de afectar al día a día a los más de 4000 vecinos de la zona, de los cuales casi un 50%, según apunta, carecen de cobertura wifi adecuada. Sin embargo, señala que el mayor problema es el relativo al empleo, porque los empresarios “cuando lo ponen en la balanza, pesa a la hora de iniciar cualquier tipo de inversión que pueda generar empleo, que es lo que al fin y al cabo tenemos que tender, porque para frenar la despoblación, tenemos que generar empleo”.
La España a la que no llega el 5G... ni lo espera
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Quienes viven del turismo rural, como Inés Barredo, propietaria de ‘La Casona de la Roza’ y Bárbara Bucero, que regenta ‘La Casona de Amandi’, ambas en el concejo asturiano de Villaviciosa, coinciden en que las empresas telefónicas “no están interesadas” en implantar la infraestructura necesaria. “Todos los que estamos instalados en el mundo rural tenemos el mismo problema y (las instituciones) lo saben, lo que pasa que no somos rentables, son rentables poblaciones muy pobladas: Madrid es un chollo, Barcelona es un chollo… y en el caso de Asturias, pues Gijón, Avilés y Oviedo”, explica Barredo quien, aunque reconoce que cuenta con una red de 4G, los picos más altos de velocidad que alcanza su conexión wifi no supera los 8 megas. Coincide Bucero, quien explica que los clientes se quejan a menudo de esta deficiencia. “A veces te reclaman que no funciona bien y les intentas explicar que estamos en una zona rural y que a veces hay cortes, y bueno, te disculpas y les dices que estás intentando que el servicio mejore”, apunta.
Los sistemas cooperativistas vienen –desde hace años- a solucionar estos problemas o, cuando menos, a paliarlos. Es el caso de la cooperativa Sestaferia, que abastece a estas casas asturianas, o de RibaGüifi, cuya área de influencia se establece en Aragón. Su fundador, es el ingeniero informático Santiago Lamora quien rememora que RibaGüifi nació en 2015 y que da cobertura a más de 60.000 usuarios en Cataluña y Aragón, con un ancho de banda que, si bien en ocasiones se limita a 30 megas por segundo, en otras alcanza incluso los 100. “El gobierno de Aragón se ocupó de la penetración troncal del territorio y, desde allí, había que llevarlo hasta el pueblo donde queremos llevarlo. Lo que ocurre en Aragón es que la fibra está cerca, pero hemos hecho la tarea de llevarlo desde donde se ha quedado en el armario hasta cada una de las casas”, explica.
Luis Sáez, investigador de Ceddar, el Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales y director de la Cátedra DPZ sobre Despoblación y Creatividad, señala que estas infraestructuras, en todo caso, son solo un primer paso. Considera que –al igual que ocurre con las urbes- vivir en el campo tiene muchas ventajas y apunta que es necesario “desterrar esa idea tan imperfecta de que aquí (en las zonas rurales) no se puede vivir, porque teniendo internet nos permitiría, a lo mejor, compatibilizar la vida urbana y la rural, conectar y trabajar en redes más amplias a mucha gente y por tanto sería un elemento muy potente para que la gente viva donde quiera”.
Lo que buscan los vecinos de todas estas áreas rurales, a fin de cuentas y según explican, es no seguir siendo los marginados de una evolución tecnológica que cada día avanza más mientras ellos se quedan en el olvido porque al igual que ocurrió en su momento con la luz, internet es ya una necesidad básica.