¿Un ministro chavista?

Hubo un tiempo, ya lejano, en el que las palabras significaban algo. Hoy no. Tertulianos y políticos lenguaraces y palabreros, le han perdido el respeto al diccionario e incluso al sentido común. Condenable es, naturalmente, que a algunos manifestantes, sean en el día del Orgullo Gay o en el del trabajo, que tanto da, se les caliente la boca y llamen fascistas a unos políticos, en clara demostración de que no saben lo que dicen, ni de cómo son los así insultados, ni, por supuesto, de lo que era el fascismo y cómo eran los fascistas.

Pero es peor, mucho peor, que el máximo dirigente de un partido que ha obtenido 24 diputados en las elecciones generales, que gracias a sus votos gobierna la derecha en muchos ayuntamientos y comunidades, a la sazón el muy enérgico Santiago Abascal, llame chavista al ministro Fernando Grande-Marlaska, porque ilumina varios aspectos. A saber: que es un mal educado, lo que ya sabíamos y que no tiene el menor sentido de la responsabilidad, porque un líder debe saber que cuando la autoridad insulta de manera grosera, los subordinados se apresurarán a superarle.

Y demuestra además, que Abascal, lo que tampoco nos cae de nuevas, es un inculto político e ideológico, que confunde a un liberal, de verdad, y no como el menguante Rivera, con un chavista. Hay libros, amigo, hay libros.