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¿Cuánto nos cuestan los pequeños gestos que realizamos por rutina?

Cada vez estamos más concienciados sobre la huella que nuestras costumbres dejan sobre el medio ambiente y, cada día más, tomamos conciencia de que debemos de minimizar esos impactos.

¿Cuánto nos cuestan los pequeños gestos como dejar correr el agua?EFE/ANDY RAIN

Madrid

Esos detalles que repercuten negativamente en el medioambiente, también nos hacen consumir más agua, energía o alimentos de los que necesitamos, también afectan a nuestros bolsillos.

Si hablamos de electricidad, cada pequeño gesto consume energía –y dinero- y calcular la cantidad, según explica Jorge Morales, experto en la materia, no es tan difícil como pueda parecer a primera vista. “En general, el coste de la electricidad es una multiplicación muy sencilla. Podemos decir que, dejar algo que tenga 100 vatios de potencia durante 7 horas cuesta 10 céntimos de euros”, apunta. Así, en base a este cálculo, podemos determinar cuánto dinero perdemos con rutinas tan habituales como dejar el cargador enchufado a la corriente todo el día. Se trata, según explica Morales, de un gasto “despreciable, estamos hablando (de un consumo) de 1 vatio, es decir, estamos diciendo que durante 7 horas nos costaría 0,1 céntimo, necesitaríamos tenerlo durante todo el día para que apareciera algún céntimo en nuestro recibo de la luz”, apunta. Cosa distinta es la carga del propio teléfono, aunque tampoco esta hace que la factura se incremente demasiado “en este caso, son como 10 vatios cuando es una carga rápida, un coste que, durante 7 horas, nos costaría 1 céntimo”.

¿Cuántos nos cuestan los pequeños gestos cotidianos?

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Si abordamos otra de las costumbres más habituales, aquella de quedarnos dormidos mientras vemos la televisión, los costes ascienden. “Depende, hay televisiones que tienen hasta 300 vatios de potencia, con lo cual, dejarla encendida durante algo más de 7 horas costaría 30 céntimos. ¿Una televisión de las de ahora, las televisiones LED? Típicamente, tienen 100 vatios de potencia, por lo tanto, dejarla encendida toda la noche sería algo más de 10 céntimos, unos 0'12 euros”, apunta Morales.

Con el mismo cálculo, ahora que el verano ha entrado de lleno, miramos hacia los aires acondicionados. Aquí, apunta Morales, “ya estamos hablando de palabras mayores”. También en este caso es importante tener en cuenta tanto la potencia de la máquina como su tecnología. “Los aires acondicionados se miden generalmente por encima de los 1.000 vatios de potencia, así que ya el consumo es mucho mayor. Un aparato de aire normal, puede tener 1000-1500 vatios de consumo normal promedio. ¿Cuánto consume esto? Si 100 vatios durante 7 horas eran 10 céntimos, 1000 vatios ya a ser un euro. Hay que pensar que un aire acondicionado durante una hora sería un séptimo de un euro, es decir, del orden de 14 céntimos de euro aproximadamente cada hora”, indica. Salvo… que la tecnología del aparato sea Inverter. ¿Qué ocurre entonces? En este caso, según Morales, “en realidad no va a estar consumiendo esos 1000 vatios -aunque los tenga-, sino que va a consumir mucho menos, pongamos de un 30, un 40% menos que una máquina convencional”.

¿Y la luz de una habitación? ¿Es más recomendable, en términos económicos, apagarla cada vez que salimos de la misma? Pues depende, explica el experto. “Las bombillas, en cuanto al gasto energético, lo mejor sería estar encendiendo y apagando, salvo en una de las tecnologías, que son los halógenos, que tienen un cebador que realmente consume más en el arranque. Por tanto, con el tubo halógeno, si estás encendiendo y apagando todo el rato sí que es posible que la suma de consumos, al final, sea mayor”, señala, pero apunta que, en el caso de una bombilla Led, “la que más se utiliza en este momento, este fundamento no existe: el consumo es directamente proporcional al tiempo que está encendida la bombilla, por lo tanto, cuanto más la apaguemos, menos vamos a pagar. Pero al consumo de energía se añade la durabilidad de la bombilla. Todas las bombillas tienen un número de ciclos, del orden de entre 10.000 y 20.000 veces: es el número en que se pueden encender y apagar las bombillas actuales. Las de antes eran del orden de 1.000 ciclos. Entonces, hay que ponderar en qué medida, uno si está encendiendo y apagando luego va a tener que cambiar la bombilla, que le cuesta dos o tres euros, más rápidamente, y por tanto al final se va a acabar gastando más, así que la respuesta, en general es: "Desde luego, conviene apagar la bombilla en cuanto al gasto energético, pero tampoco hay que ser obseso del apagado de la bombilla”.

Pero no solo la electricidad desperdiciada hace mella en nuestros bolsillos. Así lo explica Rubén Sánchez, portavoz de FACUA, quien señala que "hay cuestiones que implican derroche que no percibimos realmente en el bolsillo porque son cantidades muy pequeñas, como dejar abierto el grifo hasta que el agua salga caliente. Eso puede que no nos infle descomunalmente la factura, pero es un perjuicio para el medioambiente.

Otra cosa es una pauta habitual en muchos hogares como tener larguísimas duchas, poner el lavavajillas cuando ni siquiera está completo, sino a la mitad... esas cosas sí que pueden afectar a la factura de agua”. Los cálculos entorno al desperdicio de agua son un poco más complejos porque, según los últimos datos publicados por el INE, correspondientes a 2016, la diferencia de precios entre la comunidad con el agua más cara (Cataluña) y la más barata (Castilla y León) es de hasta un 232%. Pero si estimamos que dejar correr el agua del grifo hasta que calienta toma un minuto… tendremos un coste aproximado de 0.04 euros en el primer caso, y de 0.02 en el segundo. Y si lo que nos gusta, en lugar de ducharnos diariamente, es tomar un baño… tenemos que tener en cuenta que llenar una bañera media –con una capacidad aproximada de 230 litros-, nos supondrá 0.65 euros, por ejemplo, en Barcelona y 0.30 en León: casi 240 euros anuales en el primer caso, y 110 en el segundo.

Otro de los desembolsos importantes se refiere al ámbito alimentario. Según explica Carmen Redondo, directora de relaciones institucionales de HISPACOOP, aunque la tendencia es a reducir la cantidad de alimentos que terminan en la basura, los españoles desperdiciamos “1229 millones de kg de alimentos en un año. Son unas cifras bastante elevadas: estamos hablando de 26 kg de alimentos que estamos desperdiciando cada persona en un año”. Por categorías, los desperdicios son principalmente frutas, verduras y hortalizas, productos lácteos, pan fresco y pastelería y, finalmente, carnes, bebidas y cremas y caldos. En total, estos desperdicios, según explica Redondo, “tienen un coste anual de 841 millones de euros a nivel nacional”, es decir, unos 250 euros por persona al año.

Y, por el último, en el ámbito de la moda, Juan Carlos Aranda, secretario de ASIRTEX apunta que “el problema viene dado porque los consumidores encontramos un refugio en lo que denominamos low cost, que a su vez va unido con el fast fashion. Entonces la prenda va a ser seguramente muy económica, pero va a perder rápidamente su condición de prenda habida cuenta de su calidad, o lo que es peor, por lo efímera que es la fast fashion y lo rápido que va a pasar de moda. Los consumidores deberíamos retornar a un patrón más convencional, buscando longevidad y calidad en los artículos de moda”. Así, al cierre del año, “estamos hablando de unos 21 kilos de textil por habitante. Si hablamos de ropa, serían entre 12 y 14 kg por persona”, explica Aranda. En total, según los últimos datos disponibles, “En 2012 se estaban depositando en los vertederos en la cantidad de 983. 384 millones de kg” a los que se suma, según apunta, “la que no va a parar al vertedero, si no a aquellos contenedores que vemos normalmente en vía pública autorizados, donde aproximadamente podríamos hablar de unos 100.000 millones de kilos anuales aproximadamente”. Si se considera que existe una tasa de reposición, dice, y dado que cada español se gasta de media entre 450-500 euros anuales en ropa, cada año se retirarían, aproximadamente, 380, según explica el experto. Pero matiza que la vía directa de gasto en textil, no sería la única. “Después hablaríamos de una vía indirecta, y es que depositándolo en un contenedor inadecuado, genera un coste de recogida municipal uno de tratamiento, es decir, todo lo que no tiramos al contenedor adecuado, como es el contenedor de textil, nos genera un coste indirecto. Ponerle coste a esto es difícil porque depende de Ayuntamiento, pero podemos estar hablando de que, en cada hogar, se suelen emplear entre 100 y 170 euros aproximadamente por estos menesteres. Entre el 5 y 6% actualmente, de lo que se está tirando a un contenedor de basura, es ropa”, desarrolla. Es decir: si desglosamos esos datos, el gasto de recogida y tratamiento de estas prendas supondría, aproximadamente, entre 5 y 8,5 euros.

 
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