El primer cíborg oficialmente reconocido del mundo es un inglés que está en Getxo y vive en Barcelona
Neil Harbisson lleva una antena en la cabeza que convierte los colores -que no puede ver porque ve en blanco y negro- en sonidos
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Madrid
En Getxo ha comenzado la 13ª edición del festival de fotografía GetxoPhoto que se centra en los procesos de automatización, de inteligencia artificial y avances científico-tecnológicos en la sociedad. Allí está Neil Harbisson; que cuenta con una antena en su cabeza que le permite escuchar los colores; es decir, que como él ve en blanco y negro puede percibir la diferencia de los colores a través del sonido.
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La primera pregunta que Carles Francino le ha hecho a Harbisson ha sido cuál era su edad, pero no ha podido responder: "No todos mis órganos tienen la misma edad. La antena tiene menos edad que la nariz".
Harbisson ideó un sistema que convierte los colores en sonidos para que él pueda identificarlos: "Tengo esta antena que permite escuchar la vibración del rojo, del lila...". Y este sistema le permite más cosas que identificar colores; ha hecho de él su modo de vida ya que hace "retratos sonoros o conciertos de color en los que el público puede escuchar el sonido del color una cara que tengo enfrente, o un plátano o un calcetín".
La piel no es blanca ni negra
Uno de los descubrimientos que ha hecho es el de la piel de las personas. Cuenta que ni los blancos son blancos ni los negros son negros; que todo el mundo es naranja: "Los blancos son naranjas muy claros y los negros son naranjas muy oscuros".
Harbisson ha explicado que su color favorito lo decidió varios meses después de utilizar esta antena; aunque su favorito es un color que el resto de los humanos no pueden ver: "Me gusta el infrarrojo. Los que más me gustan son invisibles para el ser humano, son infrarrojos". Él no se viste por colores sino por sonidos: "Empecé a decidir si me vestía en do mayor o en re mayor", lo mismo le pasa a la hora de comer cuando combina "vegetales que suenan bien juntos".
La vida de un cíborg
Él es el primero, pero está convencido de que en un futuro "todos vamos a tener fácilmente la opción de decidir si queremos tener nuevos sentidos o nuevos órganos" y si más seres humanos se convertirán -por tanto- en cíborgs. De hecho, cree que de una alguna forma esto ya está ocurriendo; al menos en el lenguaje: "Mucha gente dice «me estoy quedando sin batería» en vez de «mi móvil se está quedando sin batería»".
Aunque ser cíborg no es nada sencillo y -por mucho que ya se ha podido hacer las fotos del pasaporte con antena incluida- continúa teniendo problemas en los aeropuertos: "Aunque aparezca en el pasaporte voy con tiempo extra a los aeropuertos".