Hartos de ocurrencias

Madrid

No andan las valoraciones sobre los políticos entre la ciudadanía como para andarse con bromitas. Cansados, muy cansados, los espectadores apenas si aguantan las fricciones serias entre partidos, pero ya, después de tantos meses de discusiones vanas, no les cabe una frivolidad más.

No acaba de entender Pablo Iglesias que las ocurrencias de último momento apestan a improvisación final y tienen un tufo insoportable a chocarrerías de barra de bar. Aquel estrambote de las políticas activas de empleo en el último debate de julio parecía insuperable, pero esta oferta de gobierno a prueba roza, el Ojo siente decirlo así de crudo, la gamberrada.

¿Nos ponemos a jugar unos meses con cuarenta millones de habitantes, y si no estamos contentos -nosotros, no los ciudadanos- ensayamos otra cosita? Desprende tal desconfianza en el otro la fórmula, que mejor ni considerarla.

Debería saber Iglesias, que todos los ministros, sean del PSOE, de Podemos o independientes, siempre, siempre, están a prueba. Pero es el presidente, y solo el presidente, quién dice éste sigue y aquella se va. Basta ya de despropósitos.