Transversalidad convertida en unilateralidad

Madrid

El independentismo ya no tiene complejos. El blanqueo y la justificación de la violencia se hace ya sin ningún pudor. Se le vieron las costuras, ayer, cuando la máxima responsable de la ANC justificó la violencia como el método más eficaz pera que el 'procés' tenga repercusión internacional, gravísimas declaraciones que no fueron censuradas por nadie del mundo independentista. Al contrario, tanto Junts per Catalunya, como Esquerra y por supuesto la CUP abonaron la tesis de Paluzié, que ni siquiera fue interpelada por la periodista de la televisión pública ante la que dijo tal barbaridad.

Así que, como nos temíamos, el independentismo espolea la violencia al tiempo que se convierte en un movimiento autoritario que no permite ni la discrepancia y que niega la existencia de una sociedad plural, con distintas opiniones y con distintas maneras de entender la relación entre Cataluña y España. Tanto es así que el independentismo decide la marcha de Cataluña. Se hace desde las instituciones, la principal un Govern de la Generalitat paralizado y dedicado a la propaganda, y se hace desde la calle, cuya propiedad se han arrogado los independentistas expulsando de ellas a quienes no piensan igual. Los cortes de carreteras y vías férreas el domingo para que los manifestantes de Soceitat Civil Catalana no pudieran llegar a la manifestación son una prueba de ello.

Pero hay más. El independentismo decide cuando hay o no hay clase en las universidades, decide adecuar el sistema de evaluación al absentismo por protesta, decide cuando se llega a tiempo al trabajo y cuando no, decide la carretera por la que se podrá circular y el tren que se podrá tomar.

El independentismo se está construyendo en contra de aquellos catalanes que no son independentistas y entre los que hay de tantas ideologías y sensibilidades como se quiera. Buscaban la transversalidad y se han convertido en un movimiento unilateral y autoritario.