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Una saga de enterradores por vocación

Funerarios Núñez es una empresa familiar que ahora dirige la cuarta generación de una familia de sepultureros

Jose Luis empezó a trabajar en el cementerio ayudando a su padre con tan solo diez años

Trabajando en un cementerio desde los 10 años

Trabajando en un cementerio desde los 10 años

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Campo Real

Por primera vez, en mis muchos años de profesión, el entrevistado me cita en un cementerio, el de Campo Real, al suroeste de Madrid, y tiene sentido porque es su lugar de trabajo. He quedado con José Luis, de oficio enterrador, propietario, junto a sus hermanos de Servicios funerarios Núñez. Se dedica a esto desde la niñez, heredó el oficio de su padre y me dice que lo suyo es vocacional.

Cuarta generación de enterradores

El padre de José Luis empezó de sepulturero en 1965 y él le siguió muy pronto. "Aunque parezca mentira, explica, con 10 años ya ayudaba a mi padre. Hacía un poco de todo: llevaba trastos, limpiaba coches, limpiaba cajas... " para un crío de su edad no dejaba de ser un juego y de esa forma empezó a familiarizarse con los difuntos y con todo lo que rodea los servicios funerarios.

Tras la muerte del padre, José Luis y sus dos hermanos se hicieron cargo de la empresa y a ella se han ido sumando hijos y sobrinos. En la actualidad Servicios Funerarios Núñez cuenta con siete trabajadores y seis de ellos comparten apellido. Las empresas familiares eran muy habituales en este sector hasta no hace mucho sin embargo ahora se trata de "una especie en extinción". Las grandes, auténticos consorcios, incluso las propias aseguradoras de decesos se han hecho con buena parte del negocio y muchas de las pequeñas han sido absorbidas, vendidas o han tenido que echar el cierre.

Sin miedo a la muerte, miedo a las personas

José Luis me cuenta que lo suyo es "vocacional" que este trabajo que tiene mucho de labor social y que hace falta mucha empatía porque tratas con personas que están pasando por un momento muy difícil. Para el mayor de los Núñez la diferencia entre las grandes empresas y otras como la suya es el factor humano. Le pregunto por los cambios que a lo largo de sus años como enterrador se han ido sucediendo. Son muchísimos, me dice, desde las infraestructuras, los coches, el tratamiento de los cuerpos, la relación con la familia. En opinión de José Luis hemos mejorado y madurado y ahora hay más sensibilidad. Antes, añade, se moría más en las casas y los velatorios se realizaban allí, ahora la gente va a los tanatorios y "creo que es bueno que se haya sacado a los muertos de las casas porque, a fin de cuentas, las casas están para vivir".

Y acabamos hablando de la muerte. Tal vez por su experiencia o porque está en contacto con ella casi a diario desde que era un niño, José Luis no le tiene miedo dice que su relación con ella es cotidiana. "Para mí, la muerte va a llegar, ¿miedo? no, todo tenemos que morir y prefiero la muerte a una larga enfermedad. Las que me dan miedo son las personas que se acercan sin que sepas que intenciones traen. Los difuntos nunca me han hecho nada, al contrario, me han enseñado a vivir y a trabajar.

 
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