Vivir sin luz: barrios de Granada que sufren constantes cortes de energía por culpa de las plantaciones ilegales de Marihuana
Desde hace meses los vecinos de algunos barrios de la zona norte de Granada se quedan sin luz una vez tras otra
Su compañía eléctrica, ENDESA, culpa a las plantaciones ilegales de marihuana por estos cortes
undefinedCadena SER
Madrid
Posiblemente no haya un caso similar en España, tal vez se de en algún país del tercer mundo, pero por aquí cerca, no. Es lo que opinan quienes viven y trabajan en los barrios de la Zona Norte de Granada. Barrios donde viven unas 20.000 personas y que sufren constantes y prolongados cortes de luz desde hace más de cinco años.
Según cuentan los vecinos, la Compañía eléctrica responsable de ofrecer el servicio, ENDESA, culpa a las plantaciones ilegales de marihuana por estos cortes. Esas plantaciones, me explicaba el defensor del ciudadano de Granada, Manuel Martín, las instalan los mafiosos en edificios abandonados que no tienen luz, como las plantas necesitan constante iluminación, se enganchan a la red de forma ilegal. Sin embargo, los que pagan las consecuencias de esas prácticas ilegales son los vecinos que sí tienen contratada la luz y que sí abonan sus facturas a ENDESA. Desde hace años, apoyados por el defensor del ciudadano, por el párroco del barrio, por los médicos del centro de salud y por los maestros de las guarderías y colegios de la zona, entre otros, se han manifestado, han protestado y han denunciado sin conseguir absolutamente nada. Su petición es sencilla, que la Compañía mejore sus instalaciones para darles un servicio de igual calidad que el que ofrecen a los vecinos que viven en el centro de Granada.
Sin comida caliente y escasa higiene
Con Manuel Martín, el defensor del ciudadano, hemos recorrido las calles de los barrios de la Paz y Almanjáyar para saber cómo es vivir sin luz un día y otro día y otro más. Los niños y los mayores son quienes más sufren esta situación, me dicen en el centro de salud donde hablo con la doctora Teresa Jerez y el doctor Miguel Melguizo. La salud se resiente si se coge frío, no se puede comer caliente ni se pueden mantener hábitos diarios de higiene. También hay que tener en cuenta, añaden, que hay muchos aparatos necesarios para algunos enfermos que necesitan conexión eléctrica. Por ejemplo, me cuenta la doctora Jerez, “esta misma mañana ha venido un paciente para decirme que lleva varios días sin poder usar el respirador para la apnea del sueño porque no tenía luz por la noche”.
La directora del centro infantil, Ángeles Roldán, habla también de lo difícil que es trabajar sin luz. “Muchos días no podemos calentar la comida, no podemos asear con agua caliente a los más pequeños, hablamos de bebés que sólo tienen meses, y estamos usando toallitas”. Algunos días los pequeños tienen que quedarse con el abrigo puesto. Y lo peor, añade, es que cuando se van la situación empeora porque viven en casas “que no están acondicionadas, donde las ventanas no encajan o incluso tienen algún cristal roto y sabemos que allí tampoco podrán cenar caliente”.
Tercermundismo en un barrio de Granada
"Esto es tercermundista", nos dice Angustias, una vecina de las de toda la vida. Una de las que llegó al barrio de la Paz en los años 60, “cuando era un lugar familiar, de trabajadores, donde todos dejábamos las puertas de las casas abiertas”. Manuel Martín, Defensor del Ciudadano, me explica que todo empezó a cambiar por decisiones políticas equivocadas. En los 70 se decidió construir en esta zona todas las viviendas de protección social y ahí empezó el problema. La Zona Norte se convirtió en un gueto. La crisis económica no ha hecho más que acentuar las dificultades en este barrio ya marginal y estigmatizado por el tema de las drogas.
La última visita que hacemos en La Paz es al centro socio educativo que una congregación religiosa abrió en el barrio hace ya algunos años. Hablamos con María Ruíz, no sólo trabaja aquí, sino que también vive y sufre los cortes de luz como todos los vecinos. María es optimista está convencida de que con una población tan joven y multicultural debería haber enormes posibilidades en la Paz. Y hablamos de las inquietudes de esos jóvenes, de la educación y María pone el foco en lo que es verdaderamente importante cuando dice que “sufrir las consecuencias de la luz es muy duro, pero sufrir las consecuencias del silencio, el abandono y el mirar para otro lado de los responsables públicos, eso ya no tiene nombre. No tiene nombre porque es sentir que no cuentas, que no eres nadie”.