La pequeña gran revuelta de los Darín
Ricardo y Chino Darín, padre e hijo, se unen por primera vez en pantalla en 'La odisea de los giles', una comedia negra en la que un grupo de estafados se rebela contra el corralito argentino
La entrevista completa, en vídeo durante el Festival de San Sebastián / José M. Romero
Madrid
Un gil es un pardillo. El crédulo, el ingenuo, el que confía, ve siempre el lado positivo y cree que nunca le van a hacer daño. El mundo está lleno de Giles y los Darín, Ricardo y Chino, padre e hijo, se unen por primera vez en un proyecto conjunto para armar su pequeña revolución. "La lectura del libro dejaba una sensación muy linda que quisimos también replicar un poco. Tiene que ver con el espíritu de la película con cierta reivindicación de la gente común, de la gente que hace las cosas bien y se ven pisoteados. Hacen todo como se supone que deberían y la suerte no va en esa misma dirección, o tal vez, no es una cuestión de suerte y por eso pueden hacer algo al respecto. La película quiere explorar ese espíritu", explicaban en una entrevista con la Cadena SER en el pasado Festival de San Sebastián.
Basada en la novela La noche de la Ulsina, de Eduardo Sacheri, la película vuelve a unir al director Sebastián Boreztein y a Ricardo Darín después de Un cuento chino. La Odisea de los Giles es una comedia negra en la que un variopinto grupo de estafados se rebela contra el corralito argentino. El 3 de diciembre de 2001 millones de argentinos se quedaron con su dinero congelado. No podían sacarlo del banco. Empezaba el corralito, un suceso económico y político que marcó y continúa marcando al país. "A partir de la novela y ahora de la película probablemente, de las dos juntas, debe haber arrojado un significativo cambio en lo que es la memoria. Es cierto que no es un tema que se haya deliberadamente tapado, pero tampoco es un tema tan tratado, por lo menos desde diferentes ópticas. Se habla básicamente de las pérdidas económicas pero no de lo que ocurrió, lo que la gente sufrió, cómo los atravesó a todos, las diferencias de casos entre unos y otros serán incontables… Entonces, la conjunción de todo eso más la conformación de este grupo para intentar provocar una reparación nos pareció muy movilizante", defiende Ricardo Darín.
La cinta se centra en el delirante plan de unos vecinos de un pueblo de Buenos Aires para recuperar los ahorros que habían depositado en el banco para crear una cooperativa agrícola que les daría trabajo y cambiaría su destino. Víctimas de la estafa de un abogado y un banquero corruptos, acabarán perdiendo todo su dinero. "La película habla un poco de la injusticia, tiene que ver algo con la necesidad de reparaciones por mano propia o comunitarias. De alguna manera encontrar una forma de salir de entre los oprimidos y no de entre los que se supone tienen que intentar de encontrar soluciones", apunta Chino Darín.
Ese corralito, decretado por el entonces presidente Fernando de la Rúa, hizo que el Estado quebrase, la moneda se devaluó un 28% y miles de personas lo perdieron todo. Otras, en cambio, se hicieron de oro. Los protagonistas de la película pertenecen al bando de los perdedores, a los que siempre sufren, pero que ahora dicen basta. Hay algo en el espíritu del cine argentino en los últimos años que se ha contagiado de venganza. Relatos salvajes, la comedia de Damián Szifrón, que también tenía a Ricardo Darín en el reparto, era un canto a desfogarse ante las injusticias. La Odisea de los giles va por ese camino. Los protagonistas planean una venganza, un golpe, al estilo Oceans eleven, con más carisma que los americanos, pero muchísimo menos glamour. Junto a los Darín están Verónica Llinás, Luis Brandoni, Rita Cortese o Daniel Aráoz.
La pequeña gran revuelta de los Darín
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"Lo malo es que este hijo de puta no va a saber que esto es un acto de justicia", dice uno de los personajes en un momento de la película. La gran baza de la cinta son sus personajes, perfilados y bien construidos, y sus perfectas interpretaciones. Los gags mientras preparan el golpe, las referencias a Bakunin, padre del anarquismo, a lo que pasaba en aquella Argentina tocada y hundida, que tiene mucho que ver con lo que pasa ahora. “Es muy difícil como ciudadanos de este mundo, como habitantes de este planeta en este momento, en donde todo se nota tanto y no hay muchas formas de ocultar los pensamientos, las posiciones…, es muy difícil no haberte sentido atropellado en algún momento por algún motivo. No haberte sentido estafado, ninguneado, no escuchado, aún pudiendo estar muy encumbrados en alguna cosa. Pareciera ser que el sistema en sí mismo es muy inhumano por momentos, muy perverso con muchas personas, muy injusto… Entonces se acumulan dolores, traumas e injusticias".
El corralito caló en el ADN de los argentinos, es un hecho traumático, y al cine le ha costado años afrontarlo. Frente a la solemnidad del drama, los Darín prefieren en este caso una comedia cargada de crítica social. “La comedia te permite todo. Te permite pasarte un poco. Te ofrece herramientas que son altamente comunicativas. Cuando nos reíamos a carcajadas, nos estamos entregando, hay una corriente de ida y vuelta, y eso ayuda a que algunos temas se puedan tratar sin lo cual serían prácticamente intratables por el dolor. En este caso con el corralito fueron necesario que pasaron estos 20 años, la distancia, el tiempo, la maduración del evento y demás son los que te permiten tener la distancia para atreverte a tomarlo con un poco de humor. Si las cosas están muy recientes, es muy irreverente todo. Aunque yo creo que el humor es siempre un gran bálsamo para muchas cosas”, dice Ricardo, y remata Chino. “Hay algo de esto de que la historia la escriben los ganadores, hay algo de respeto por la historia, y el humor te permite un poco faltarle ese respeto para que haya una historia que no sea necesariamente la de los libros, la de los datos, la que te ponen siempre enfrente”.
El individuo contra el estado, decía el teórico anarquista que tanto se cita en la película. Eso hacía Relatos Salvajes, eso hace La Odisea de los Giles, conseguir que los ricos no se salgan con la suya, aunque haya que montar todo un polvorín. Una persona que confío en las hipotecas subprime, que confío en las preferentes, que confió en los bancos, en que iba a tener un trabajo toda la vida, en que sus hijos podrían estudiar. Los giles están en España, Argentina y en todo el mundo. El sistema les ha fallado, los políticos más. Así que la película sirve de catarsis colectiva.