Jane Fonda: "El cambio climático afectará incluso a la posibilidad de vivir en democracia"
La activista y actriz pide a los ciudadanos que se movilicen en las calles para exigir a los gobernantes que tomen "decisiones valientes" en la COP25
Washington
Jane Fonda llega a la entrevista mirando su teléfono móvil. Acaba de recibir el cartel que usará en su próximo Fire Drill Fridays, las protestas que cada viernes convoca frente al Capitolio de Estados Unidos desde hace dos meses para pedir a los congresistas que tomen medidas contra el cambio climático. Cuenta que lo ha hecho una joven ilustradora vietnamita y me lo muestra. “Cuando le dije que hace años pasé algún tiempo en Vietnam se sorprendió”, dice divertida.
Antes de la guerra de Vietnam, Fonda ya era activista, colaboraba con los Black Panthers y reivindicaba en público los derechos de los indios americanos. Pero tras la ofensiva de Estados Unidos contra el país asiático se convirtió en una de las caras más famosas del movimiento pacifista.
El presidente Nixon dijo que “sentía pena” por la estrella de cine Henry Fonda, padre de la actriz, porque su hija “elegía a menudo el camino equivocado”. Ese camino le llevó, en julio de 1972 a Hanói. Recorrió el norte de Vietnam durante dos semanas, visitó lugares bombardeados por Estados Unidos pero también campos de cultivo y áreas alejadas de objetivos militares. Fonda ha contado en más de una ocasión que le prohibieron reunirse con el ejército estadounidense en las bases del sur. Entonces usó la radio nacional vietnamita para pedir a los soldados que pararan los bombardeos. Washington le acusó de traición y espionaje.
Con apenas 32 años, la arrestaron en Cleveland, acusada de contrabando de drogas. Luego se demostró que los cargos eran falsos. Más tarde, un oficial dijo que las órdenes venían de la Casa Blanca. Nixon estaba harto de su activismo.
En 1970, en una entrevista con la Canadian Broadcasting Corporation dijo que “un país sano, como cualquier persona sana, debe estar en revolución perpetua”. Era un presagio. Ha pasado medio siglo desde entonces y Jane Fonda ha tocado el cielo de Hollywood, el infierno de la bulimia; se ha retirado de los focos, ha vuelto a aparecer ante las cámaras y se ha unido al movimiento feminista. A sus casi 82 años ha vuelto a ser detenida. Cuatro veces en un mes por sus protestas en el Capitolio contra el cambio climático.
ESCUCHA LA ENTREVISTA AQUÍ:
El mensaje de Jane Fonda a los líderes de la Cumbre del Clima
17:02
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¿Qué le dijeron los agentes cuando apareció en comisaría por cuarta vez en un mes?
Bueno, soy bastante famosa así que lo que me dicen a mí seguramente no es lo que le dicen a alguien que no lo es, o a un afroamericano. Han sido muy amables, estuvieron mucho tiempo pensando qué hacer conmigo. Ya me habían dado un aviso, y tenía fecha para ir a juicio por una detención anterior, así que sabía que era bastante probable que pasara la noche detenida. Y así fue, pero salí al día siguiente y retiraron los cargos.
¿Cuál fue el detonante, qué hizo click en su cabeza para empezar esta campaña justo ahora?
Ojalá me hubiera dado cuenta antes pero más vale tarde que nunca. La crisis climática es mucho peor de lo que me había imaginado. Todo empezó cuando a vi Greta Thunberg y las protestas que hacía todos los viernes, cuando faltaba a clase para manifestarse. Empecé a prestar atención a lo que decía, a contrastarlo con informes científicos que muestran que tenemos muy poco tiempo para evitar la catástrofe. Tenemos poco más de una década para reducir el consumo de combustibles fósiles a la mitad y acabar con el uso de energías contaminantes para 2050. Así que tenemos que salir de nuestra zona de confort y ponernos en primera línea para obligar a nuestros gobernantes a que actúen.
Y usted se ha puesto tan en primera línea que se ha mudado a Washington para protestar todos los viernes frente al Capitolio. Lleva ya dos meses haciéndolo.
Sí, y nos quedan dos meses más. Y la razón por la que me alegra tanto hablar en esta radio española es porque está a punto de empezar una cumbre muy, muy importante, la COP25 de Madrid. Quiero sumar mi voz a la de quienes están pidiendo a los que gobiernan en Europa: tienen que reaccionar en este momento, probablemente sean los últimos líderes que puedan tomar decisiones para que tengamos un futuro habitable en este planeta. ¡Qué responsabilidad! Piensen en su legado, piensen en lo que van a suponer sus decisiones. Piensen en sus hijos y sus nietos… piensen en ustedes mismos. No importa cuánto poder o dinero puedan tener vinculado a los combustibles fósiles, dejen eso de lado y tomen las decisiones correctas. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático dice que todavía tenemos tiempo pero tenemos que tomar medidas que no tienen precedentes. Tenemos que ser valientes, y millones y millones de personas tenemos que salir a las calles a presionar a nuestros gobernantes para que hagan lo correcto.
También organiza todas las semanas organiza una charla con expertos sobre temas vinculados a la crisis climática –océanos, migraciones, justicia alimentaria…- y miles de personas la siguen por streaming. ¿Somos una sociedad tan mal informada?
No estamos suficientemente informados de que nos podemos enfrentar al fin de la humanidad tal y como la conocemos. Una de las razones por las que hacemos, antes de cada protesta, una charla divulgativa es porque yo también quiero aprender. Quiero saber más sobre el impacto que el cambio climático tiene en los océanos, cómo las mujeres específicamente están sufriendo más las consecuencias; por qué la guerra y el militarismo contribuyen al calentamiento global. Es muy importante que entendamos que todo está conectado. El cambio climático va a afectar a todo lo demás: nuestra salud, la producción de alimentos, el acceso a agua limpia, incluso la posibilidad de vivir en democracia porque, si esto va a peor, vamos a llegar al caos y no podemos vivir en democracia en medio del caos. Esto significa que los tiranos van a gobernar y ¿vamos a permitir eso? Espero que no. Yo creo que no. Por eso ruego a los gobernantes que van a la COP: piensen en la importancia de las decisiones que van a tomar. El mundo les está mirando. Y si no toman las decisiones correctas, el mundo les va a condenar.
En Estados Unidos más de dos millones de personas no tienen acceso a agua potable. El cambio climático va a aumentar el problema del acceso al agua que ya está afectando, en su mayoría, a poblaciones vulnerables. Usted lo repite mucho: el cambio climático está directamente vinculado a la desigualdad.
El cambio climático no afecta a todos por igual. Inevitablemente, la gente que ya es más vulnerable, los colectivos más pobres, como los afroamericanos o los indígenas, que no son los que más contribuyen al calentamiento global, son los más afectados. Por eso en Estados Unidos estamos promoviendo un “Green New Deal”. Uno de los puntos clave es que dejemos de invertir en la industria de combustibles fósiles y usemos ese dinero y parte del gasto militar en rehabilitar las comunidades que más están sufriendo. También queremos que ese dinero se dedique a atender a los trabajadores de la industria carbonífera para que cobren un salario digno mientras se les entrena para trabajar en un ámbito nuevo. Estamos pidiendo a la industria carbonífera que deje un negocio valorado en 11 trillones de dólares, estamos pidiendo que deje los activos varados. Pero los trabajadores nunca pueden ser activos varados; el gobierno los tiene que atender. No solo es lo correcto moralmente sino que es importante estratégicamente. Porque para poder hacer frente a la crisis climática tenemos que tomar decisiones valientes y necesitamos que la gente las apoye. Eso no pasará si no ven algún beneficio para ellos. Así que parte de la solución tiene que llegar con la justicia y la equidad. Y eso incluye a los trabajadores.
Lleva más de medio siglo de activismo. Se volcó en los 70 contra la guerra de Vietnam, pero también ha luchado por los derechos civiles, feministas, indígenas, a favor del pueblo Palestino, ahora el medioambiente… ¿No le desmotiva ver que pasan los años y esos problemas no solo persisten sino que van a peor? ¿Qué dice a la gente que se cansa de luchar?
Que no se rindan. El mundo depende de que nosotros sigamos, de que seamos valientes, de que salgamos de nuestra zona de confort, nos pongamos en primera línea y no perdamos la esperanza. Si perdemos la esperanza, nos estamos entregando… ¿cómo lo llamo?... a las fuerzas del mal. Porque la industria de las energías fósiles y los políticos a los que han comprado e intimidado van a pasar a la historia como unos criminales. Y deberían ser juzgados. Porque sabían hace 30 o 40 años lo que estaban haciendo. Los científicos les dijeron que estaban destruyendo el medio ambiente y lo hicieron a pesar de eso. Les dio igual, escondieron las evidencias y mintieron. Tenemos que conservar el enfado que sentimos cuando pensamos en ello. El enfado está bien, la indignación está bien. Tenemos que estar alarmados e indignados porque nos va a dar fuerzas para seguir adelante. Pero la desesperanza no nos lleva a ningún lado. ¡Es que ni siquiera está sobre la mesa! Tenemos que tener esperanza porque nos lo están diciendo los expertos: hay esperanza si actuamos rápido, si tomamos decisiones valientes. Y en buena parte eso va a depender de lo que pase estos días en la COP, en España.
Se espera que Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, asista a la COP25. Su presencia en mitad del proceso de impeachment muestra la importancia que da a esta cumbre en contraste con las políticas de la administración Trump, que ha sacado a Estados Unidos del Acuerdo de París. Este país camina a dos velocidades. Cientos alcaldes y gobernadores que se suman a la lucha contra el cambio climático mientras el gobierno federal la desprecia. ¿Cómo se convence a una sociedad tan dividida?
Tenemos que hacer que la mayoría se posicione del lado del futuro. Somos más los que queremos acabar con la crisis climática que los que la niegan. Y gracias a dios, todavía tenemos una democracia y podemos reclamar lo que queremos. La mayoría de estadounidenses quiere un acuerdo del clima vinculante, la única razón por la que no lo tenemos es porque la industria de las energías fósiles ha comprado al presidente y a demasiados miembros del Partido Republicano. Pero nosotros somos más. Tenemos que salir a las calles como nunca antes lo hemos hecho y participar en actos de desobediencia civil no violenta, con el riesgo de que nos detengan. Al resto de países que estén escuchando esta entrevista: no voten a un candidato que no sea capaz de plantarle cara a la industria de los combustibles fósiles.
¿Estamos en un momento crítico en Estados Unidos o esta es, históricamente, una sociedad muy dividida?
Estamos en una situación diferente ahora, por el cambio climático. Nunca nos hemos enfrentado a una crisis existencial como esta. Es verdad que las divisiones existían antes que Trump; las divisiones más profundas empezaron al final de los 70 con Ronald Reagan, cuando intentó deliberadamente “dividir y conquistar”. A la gente que simpatizaba con el Partido Demócrata les mentían y les hacían creer que sus intereses los iban a proteger gente como Reagan y Trump, y era justo lo contrario. Ahí empezó a exacerbarse la desigualdad, con la administración Reagan. Pero la polarización es tan vívida, tan evidente, que a muchos nos está motivando todavía más para acabar ella. Y tampoco tenemos que convencer a todo el mundo. Hay gente a la que, por el motivo que sea, no les importa que exista racismo, xenofobia, misoginia… a esa gente no vamos a convencerla. No debemos siquiera gastar nuestro tiempo en intentarlo. Somos los suficientes para organizarnos y luchar contra el cambio climático. Hay gente que está esperando a que alguien les diga qué más pueden hacer. Y eso es lo que hacemos todos los viernes. Nunca pensé que a mi edad estaría haciendo este tipo de protestas. Pero el momento lo requiere. La realidad lo requiere. Tenemos que hacerlo. La crisis lo requiere.