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Un mal día lo tiene cualquiera

El último cumpleaños de Pablo Escobar

El 2 de diciembre de 1993, el narcotraficante colombiano estaba a un día de ser acorralado por la policía

Pablo Escobar y su mujer Maria Victoria / Getty Images

Para Pablo Escobar, el 2 de diciembre no era generalmente un buen día. Era su primer despertar después de su cumpleaños y esto acostumbraba a significar que aquella jornada empezaría con una resaca ciclópea.

Pero si tuvo un dos de diciembre particularmente malo para él, sin duda fue el de 1993. Igual que el día anterior había sido su peor cumpleaños. Y por una sencilla razón: Pablo no viviría para ver ningún otro día.

Después de haber montado uno de los narcoimperios más grandes del siglo XX y de haber toreado a la justicia colombiana durante los años ochenta, Pablo Escobar vio como el cambio de década no le estaba sentando muy bien.

Primero había aceptado ir finalmente a la cárcel, aunque fuese en un complejo que tenía más de resort de lujo que de prisión. Además, siguió dirigiendo desde ahí su Cártel de Medellín, y al final el gobierno colombiano decidió que Escobar ya se había reído bastante de ellos, así que se dispuso a trasladarlo a otra cárcel… más carcelaria. Pero el narco se fugó antes de que lo detuvieran, en julio de 1992.

Escobar consiguió eludir a las fuerzas del orden durante 16 meses, pero sus movimientos dentro de Medellín estaban cada vez más restringidos.

Al final, cometió el error de llamar a su familia y la policía consiguió localizarlo gracias a estas llamadas. Los agentes, ansiosos por vengar a los más de 120 policías que Escobar había aniquilado desde su fuga, entraron en su vivienda y vieron como Pablo se subía al tejado. De allí ya no saldría. Un tiro en la cabeza acabó con su vida, que había durado 44 años y un día. A día de hoy, no se sabe si lo mataron o si se suicidó.

 
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