Y el mundo árabe estalló en llamas
El 17 de diciembre de 2010, un vecino tunecino, Mohamed Bouazizi, se prendió fuego por la impotencia que sentía al ver tanta corrupción en su país
Para que las cosas cambien, casi siempre tiene que haber víctimas. Y es una triste condición la suya, porque son instrumentales para un cambio que luego no pueden ver ni mucho menos disfrutar. Este fue el caso de Mohamed Bouazizi. Como probablemente habréis adivinado, el 17 de diciembre no fue el mejor día de su vida.
El 17 de diciembre de 2010, Bouazizi tenía 27 años y vivía en Túnez. No había tenido la mejor de las vidas. Su padre murió cuando él tenía tres años y se vio obligado a trabajar desde muy pequeño. A los 10 años se puso a vender fruta por las calles con una carretilla. Este trabajo, que él esperaba que fuera circunstancial, se fue eternizando cuando Bouazizi no pudo aprobar el instituto. Además de ser un trabajo que le reportaba unos ingresos bastante escasos, tenía que aguantar a los policías y a los inspectores de mercado exigiendo sobornos.
El 17 de diciembre de 2010, unos inspectores confiscaron parte de las mercancías que intentaba vender Mohamed, diciendo que no tenía los permisos necesarios.
Según algunos testigos, le humillaron en público y le abofetearon. Primero intentó ir a la oficina del gobernador para quejarse, pero este le ignoró. Bouazizi, desesperado por su situación, se prendió fuego. Sufrió unas quemaduras horribles y fue ingresado en un hospital.
Su caso fue visto por mucha gente como el resultado de la corrupción y el mal gobierno que asolaba Túnez desde hacía décadas. Las protestas empezaron a crecer mientras Bouazizi estaba en el hospital, pero por desgracia murió el 4 de enero de 2011, 10 días antes de que dimitiese el presidente tunecino y mientras la revuelta se iba expandiendo en el fenómeno que se conocería como “Primavera Árabe”.