Fuego y chinchetas
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La buena gente de Madrid consigue que Manel se sienta como en casa

La banda catalana presenta 'Per la bona gent', su quinto disco, ante el público madrileño

Manel, en el escenario de La Riviera durante su actución de este jueves en el marco del festival Inverfest. / J. J. Guillén (EFE)

Madrid

Madrid y Barcelona tienen muchas cosas en común, pero es que este jueves, en La Riviera, ha habido momentos en los que incluso han llegado a confundirse. Los culpables, Manel: la gran banda del pop contemporáneo en catalán. Posiblemente, los primeros músicos que, desde Serrat, han sido capaces de despertar interés entre el gran público no catalanohablante. Algo que, en estos tiempos, parece casi un milagro y que se ha plasmado en una audiencia formada por catalanes residentes en la capital —incluida la presidenta del Congreso, Meritxell Batet—, y también cientos de fans dispuestos a disfrutar del espectáculo sin comprender la letra.

La excusa de la visita era la presentación de su quinto disco: Per la bona gent. Un trabajo con el que el cuarteto catalán ha optado por alejarse (una vez más) de su zona de confort para experimentar y seguir explorando registros.

Su tránsito arrancó en el folk mediterráneo con ukele y ha ido alimentándose de sintetizadores, ritmos latinos o rock verbenero para, recientemente, llegar a los samples rescatados de la nova cançó. Muchos caminos distintos con los que, en el fondo, lo que han conseguido es no moverse del pedestal.

La actuación de este jueves ha arrancado con tres temas de su último disco: la sublime Formigues (cuarta mejor canción española del año para Fuego y Chinchetas), Els entusiasmats y Aquí tens el meu braç. Guillem Gisbert, el cantante de Manel, ha recordado que a su primer concierto en Madrid, en la sala Nasti, allá por 2009, fue bastante menos gente. Todo ha cambiado mucho, desde entonces.

Hechas las presentaciones, Manel ha empezado a alternar sus temas nuevos (Canvi de paradigma o Tubs de ventilació) con algunas de las joyas de su repertorio, en el que conviven obras inspiradas en Juan Luis Guerra (La serotonina), odas a lo cotidiano (Captatio Benevolentiae, Cançó del dubte o Jo competeixo), rock de guitarras (Les cosines) y pequeñas fábulas (La cançó del soldadet).

Superada la primera hora de concierto, de todas maneras, la intensidad ha ido in crecendo. Primero con uno de sus grandes hits, Teresa Rampell, y luego con los dos primeros singles del último disco: Boy band y Per la bona gent.

El público, claro, quería más, mucho más ("no n'hi ha prou!"), y Manel ha premiado la hospitalidad con Les estrelles, Amb un ram de clamídies y Sabotatge para, tras un segundo amago de despedida, tocar Boomerang y Benvolgut, convirtiendo La Riviera en un gran karaoke en catalán.

Y así, celebrando los pequeños placeres de la vida y convirtiendo en canción las miserias del día en día, Manel ha vuelto a poner a cientos de personas de buen humor. Con un par de ridículos pasos de baile, sin referencias a la infecciosa situación política... y sin tocar Al mar! En Madrid, como en casa.

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