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El gran tabú de la alopecia femenina: también hay mujeres calvas y quieren dejar de ocultarse

La alopecia femenina sigue siendo uno de los grandes tabúes en pleno siglo XXI. Elisabeth Rodríguez se quedó completamente calva a los 34 años y, como ella, muchas mujeres han decidido mostrarse tal y como son: "Conozco casos que ni su marido les ha visto nunca sin peluca ni sus hijos saben que son calvas", cuenta en 'Hoy por hoy'

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Madrid

La semana pasada una congresista estadounidense, Ayanna Presley, salió del armario públicamente. No hizo una revelación que tuviera que ver con su sexualidad, ni con su pasado, tenía que ver con su pelo: es calva. Grabó un vídeo explicando qué supone para ella contarlo y mostraba por primera vez su cabeza sin peluca: "Esta es mi revelación pública oficial. Ya estoy preparada, porque me quiero liberar del secreto y de la vergüenza que acompaña a ese secreto. Y porque yo no estoy aquí solo para ocupar espacio, estoy aquí para crear espacios nuevos", explicaba.

Históricamente el cabello femenino siempre ha estado muy relacionado con la feminidad. Como recuerda la periodista Ángeles Caso en Hoy por Hoy, "la sociedad patriarcal ha impuesto que la mujer tenga que tener una imagen determinada, no solo ser bonitas sino también femeninas". El pelo está tan vinculado a esa idea que algunas religiones obligan a ocultarlo. La cristiana durante muchos siglos obligó a las mujeres a cubrirse el pelo, y la musulmana y la judía estricta lo siguen haciendo. 

El pelo largo está tan asociado a la mujer y la feminidad que hasta los dibujos esquemáticos que hay en las puertas de los baños la figura del hombre es calva y la de la mujer lleva melena. Sin embargo, hay mujeres que no tienen pelo. Muchas más de las que imaginamos. La inmensa mayoría lleva peluca porque el estigma de no tener pelo es demasiado duro para casi todas. Muy pocas mujeres lo cuentan y todavía menos, enseñan su cabeza tal y como es.

"Tengo alopecia desde los 8 años: te olvidas de ir a la piscina y de los globos de agua"

Elísabet Rodríguez tiene alopecia desde los 8 años. Ahora tiene 38 y desde los 34 es completamente calva. Recuerda cómo pasó su infancia ocultando las clapas que iba teniendo: "Te olvidas de ir a la piscina, ni lo piensas. Tampoco a parques acuáticos y si los niños juegan a globos de agua, tú no juegas por miedo a que se te mojen y se te vean".

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Estuvo medicándose desde los 8 hasta los 34: "Vas a dermatólogos y te dan opciones pero nunca te dicen que quizás llegues hasta donde he llegado yo, sin cejas ni pestañas ni ningún pelo en todo el cuerpo. Llegó un momento en el que la doctora me dijo que ya el tratamiento era una analítica semanal y que afectaría a algún órgano, así que yo decidí que dejaba el tratamiento y prefería estar sana", cuenta. Fue entonces cuando se rapó la cabeza y se puso peluca, pero la usó solo durante medio año: "Cuando llegó el verano ya empecé a ir con pañuelos y luego en seguida dejé apartada la peluca porque no me sentía cómoda con ella: llegas a casa y te desnudas completamente. Si la tienes que lavar, esperas no tener que ir a ningún sitio, ¡no vas a salir de casa sin ella! Tenías que salir tapándote si ibas a tender la ropa o si llamaban a la puerta. Yo con la peluca no me sentía bien".

"A veces sus hijos no saben que son calvas"

Elísabet Rodríguez forma parte de la asociación Apelo, donde creen firmemente que "la mejor medicina para no sufrir en secreto es ver a otras pelonas sonriendo, jugando, trabajando o tomando el sol". Ella contó en el trabajo que se había puesto peluca pero conoce casos de mujeres cuyos maridos nunca les han visto sin peluca ni sus propios hijos saben que son calvas.

Junto a sus compañeras de la asociación, Elísabet defiende que se normalice y se visibilice la alopecia, "que vayas por la calle y no se te giren tres de cada seis personas", como le ocurre a ella desde que decidió lucir su calva con naturalidad. Su marido fue uno de los que más le animó a dejar los pañuelos que llevaba cuando le conoció. Su hija de 7 años sí le ha preguntado alguna vez por qué no tiene pelo: "Como no sabía explicárselo, le dije que tengo alergia, que en realidad es un poco así, el folículo piloso se me inflama y rechaza el pelo. También le dije, ¿Fulanita no es rubia y Pepita no es morena? pues yo soy calva. No pasa nada, cada uno es como es".

Elísabeth Rodríguez, el día de su boda

Elísabeth Rodríguez, el día de su boda / FUNDACIÓN APELO

Despedida por ser calva

La periodista Sandra Román está preparando un documental sobre mujeres calvas. Ella supo de esta realidad porque una mujer cercana la padecía: "Si no, es muy difícil que lo conozcas" porque, como señala en la página de crowdfunding donde pide colaboración para poder realizar el documental, "ser mujer y ser calva es un gran tabú de nuestra sociedad".

Ahora que ha conocido muchos casos de alopecia femenina considera que muchas veces no es que la mujer no esté preparada para "salir del armario" sino que "es la sociedad la que no lo está. Conocí el caso de una mujer que, por ser calva y decirlo en el trabajo, la han echado. También el de una mujer que fue a unas oposiciones, durante la entrevista personal le dijeron que a dónde iba así. Ella dijo "es que soy así", y le contestaron diciendo que "debería llevar una peluca o un pañuelo", y la persona que se lo dijo era calvo". Mientras para los hombres la calvicie no supone un obstáculo para su desarrollo personal y profesional, para las mujeres es una gran lastre.

 
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