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Murciélagos: sospechosos habituales

Sin estas criaturas legendarias, ciegas y malévolas a juzgar por el cine, no habría aguacates, mangos, ¡o tequila!

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Madrid

Uno de cada cuatro mamíferos en el planeta es alguna especie de murciélago. Llevan tantos siglos desconcertando a los biólogos, como provocando miedo y asco a gran parte de la humanidad. Su imagen ha sufrido el efecto de una combinación letal: fundamentalismo religioso más ficción sensacionalista en libros, pantallas y medios de comunicación populares.

Murciélagos, unos sospechosos habituales

27:06

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En la encuesta más reciente, hecha en el Reino Unido, para la mayoría de los encuestados los murciélagos son criaturas ciegas y malévolas empeñadas en agarrarse al cabello, chuparles la sangre y contagiarles la rabia. Nuestro audio comienza ante la caja fuerte donde se preserva el manuscrito de Bram Stoker que "condenó" al murciélago a ser Drácula, por el que un multimillonario pagó una cantidad no revelada y que, tras su muerte sin herederos, espera dueño.

Por su parte, a Isabel Bolaños le espera una cueva estrecha y de unos doscientos metros de profundidad, en compañía del biólogo que preside la Asociación Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos, Juan Tomás Alcalde. Recién llegado de un bosque guineano, el biólogo Javier Juste Ballesta, experto de la ONU en murciélagos de África Central, nos cuenta desde Radio Sevilla cómo su curiosidad por el mundo de los murciélagos se convirtió en verdadera pasión. Tanto que en alguna ocasión ha permanecido perdido durante dos días en un bosque tropical.

Isabel Bolaños en una cueva refugio de murciélagos, en la frontera entre Navarra y Zaragoza.

Isabel Bolaños en una cueva refugio de murciélagos, en la frontera entre Navarra y Zaragoza. / Juan Tomás Alcalde

Los murciélagos pardos consumen hasta seiscientos mosquitos a la hora. El diminuto murciélago pipistrelo —que no pesa más que una moneda pequeña— aspira tres mil insectos él solito en una redada nocturna. Sin los murciélagos habría una cantidad mucho mayor de mosquitos, garrapatas y fiebres; los árboles de los bosques quedarían consumidos a mordiscos. Los cultivos necesitarían más pesticidas. Un murciélago seba —un pequeño murciélago de América del Sur— consume hasta sesenta mil diminutas semillas en una noche. La distribución de semillas que realiza una única colonia de murciélagos seba —unos cuatrocientos individuos— puede producir nueve millones anuales de nuevos árboles frutales. Sin murciélagos, los aguacates, las bananas, los anacardos, el clavo, los dátiles, los higos, las guayabas, los mangos, los melocotones y ¡el cactus del tequila!, quedarían enclaustrados en invernaderos.

En el libro más interesante y divertido publicado en los últimos meses sobre el mundo animal, La inesperada verdad sobre los animales, Lucy Cooke, una bióloga formada con el gran evolucionista Richard Dawkins, dedica uno de sus 16 capítulos a intentar devolver al murciélago la imagen positiva que merece: la reputación de los murciélagos no hizo sino empeorar cuando se corrió la noticia de que había especies que se sustentaban con la sangre de otros animales. La asociación de los murciélagos con cierta historia ambientada en Transilvania sería la puntilla para las relaciones entre estos y los humanos.

&#039;La inesperada verdad sobre los animales&#039;, de Lucy Cooke

'La inesperada verdad sobre los animales', de Lucy Cooke / .

 
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