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Las beguinas, un camino intermedio para escapar del marido y el convento en la Edad Media

En la resaca del 8M, Javier Traité nos ha hablado en 'Hoy por hoy' de unas comunidades de mujeres realmente interesantes

Las beguinas: ¿el movimiento feminista de la Edad Media?

Las beguinas: ¿el movimiento feminista de la Edad Media?

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Madrid

Estos días en los que el feminismo es el tema central, oímos hablar mucho sobre el origen del movimiento feminista, y sobre personajes centrales como las sufragistas o la misma Mary Wollstonecraft, pero el lugar de la mujer en el mundo y en la sociedad ha sido objeto de debate tanto teórico como práctico desde mucho antes. Es llamativo cómo incluso en épocas como la Edad Media, en las que el feminismo sencillamente era imposible conceptualizarlo, encontramos mujeres que escapan por las costuras del sistema, para vivir sus vidas un poco como les daba la gana.

El llamado movimiento de las beguinas aparece en la sociedad medieval. Una sociedad en la que, generalizando un poco, la mujer tiene dos grandes destinos o papeles, por así decirlo: o esposa de Cristo o esposa del hombre. La hija, de casa de su padre, va a casa de otro hombre, o al convento.

En lo que hoy serían Bélgica y Países Bajos, un montón de mujeres encontraron un camino intermedio entre el marido y el convento, que fue el beguinaje. Se trataba de mujeres cristianas que abandonaban el hogar paterno, pero para establecerse por su cuenta, solas, solteras, y sin entrar en ningún convento, y agrupándose en comunidades femeninas, a menudo en torno a hospitales o iglesias, y tenían ahí cada una su casa para vivir como le daba la gana, sin que nadie las molestara, y sin que pudieran entrar los hombres. Piadosas, pero laicas y libres.

A pesar de todo, eran mujeres muy devotas y piadosas, por eso se las llama también beatas, y además de orar por su cuenta, realizaban una importante tarea social: atendían enfermos, ancianos, niños huérfanos, a gente sin casa, a comunidades de leprosos, etc.

Un movimiento extendido por el norte de Europa y que no cuajó en España

En el siglo XIII, aunque recibían críticas por su estilo de vida, también eran tan apreciadas que muchos nobles contribuían a edificarles mejores viviendas o comunidades enteras, y el movimiento se fue extendiendo por todo el norte de Europa: Alemania, Francia, incluso llegó al norte de Italia o España. La medievalista Blanca Garí documenta incluso una beguina en Barcelona en el siglo XIII, María de Perelló, aunque el ejemplo no cundió en España.

Esta opción del beguinaje era una opción personal. De hecho, muchas venían de hogares adinerados y aportaron sus fortunas a sus comunidades. Eran mujeres muy proactivas y con iniciativa, muchas realizaban también tareas artesanales, en la industria textil. Otras llevaban una vida 100% contemplativa y caritativa.

Un foco cultural importante que dio un empuje a la literatura mística

Además fueron un foco cultural muy importante, ya que dentro de estas comunidades se dio un auge tremendo de la literatura mística. Una de las autoras más conocidas es Hadewijch de Amberes, de la que nos han llegado cartas, prosa y poesía, como el libro ‘Amar al amor’

Aunque el papa Clemente V hizo sus intentos para acabar con ellas, no logró acabar con este movimiento. A partir del siglo XV-XVI, con la Reforma y la Contrarreforma, el movimiento decayó, pero no desapareció, incluso llegó al siglo XXI: la periodista Beatriz Navarro escribió un estupendo reportaje en La Vanguardia sobre Marcella Pattyn, que murió en 2013, y era la última superviviente de la última comunidad de beguinas del mundo.

 
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