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"100 personas vinieron hacia nosotros con palos, nos rompieron la furgoneta"

Malen, coordinadora de Zaporeak en Lesbos, relata el ataque fascista que sufrieron de grupos ultras que se organizan para expulsar a los refugiados. Asegura que la situación en el campo de Moria se ha agravado

Punto de Fuga: "Las cholitas conquistan el Aconcagua"

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El coronavirus deja poco margen estos días, pero no por eso la realidad ha cambiado en las fronteras europeas. Es la denuncia de Malen Garmendia, coordinadora del programa “Zaporeak” en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos. “La cosa aquí está muy difícil, es una situación bastante grave” y la gente no se está dando cuenta, lamenta.

En este momento hay más de 21.000 personas en el campo de Moria “malviviendo en unas condiciones muy precarias”, explica. Además, la reciente decisión de Grecia de suspender el derecho de asilo supone que haya muchas personas en un buque atrapadas y durmiendo en el suelo, “hasta las familias que han perdido un hijo en el mar” se quedan allí sin recibir atención, asegura Malen.

Ese buque funciona como centro de detención porque los refugiados siguen llegando a la isla, aunque las oenegés no pueden saber con exactitud cuántos son porque ya no pueden acceder a la primera asistencia a estas personas. “Se les condena por llegar al país ilegalmente y lo que les espera es nueve años de cárcel y también pagar una multa de diez mil euros”.

La Unión Europea ha respaldado al Gobierno de Atenas en la dura represión que está ejerciendo en la frontera con Turquía a pesar de que han suspendido el derecho básico como es el derecho de asilo.

Atacados por grupos fascistas

Pero últimamente se están produciendo situaciones que preocupan a las organizaciones humanitarias. Están llegando grupos de ultraderecha que se están organizando para atacar a los refugiados. La propia coordinadora y su equipo sufrieron un ataque hace una semana. Un suceso que muestra que “toda la ultraderecha ha tomado fuerza”, dice Malen, pero de los que no forman parte todos los locales, muchos de los cuales siguen respaldando el trabajo de las oenegés.

Cuando volvían del reparto en tres coches vieron que los fascistas habían creado una especie de ‘checkpoint’ en el que veían quién circulaba, “identificaron que éramos una ONG, empecé a dar la vuelta y 100 personas vinieron hacia nosotros con palos, nos rompieron la furgoneta”, recuerda la coordinadora. Les exigían volver a su país y a otros compañeros les sacaron del coche y les pegaron una paliza.

“La semana pasada se radicalizó bastante toda esta ultraderecha, todos estos fascistas, y empezaron con los ataques más directos hacia las oenegés”, lamenta Malen. Subraya que el ataque que vivieron ellos fue algo puntual, pero “los que tienen que vivir esta agresividad y ser pisados todos los días son estas personas refugiadas que están pidiendo protección”.

La situación en la frontera greco-turca es ahora muy complicada porque “las personas que se encuentran en el medio”, las familias con niños reciben disparos de bolas de goma y gases lacrimógenos.

Las patrulleras marítimas siguen acosando a las embarcaciones de refugiados en el mar. Esto es más fácil ahora que las oenegés no están presentes. Malen defiende que se ofrezca una solución europea y que no se trate como un problema de Grecia. En los campos hay personas que llevan más de dos años sufriendo malas condiciones de vida, en tiendas de campaña, sin higiene ni acceso a la educación para los niños.

 
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