De los cines llenos en la Guerra Civil a las salas cerradas por el coronavirus
La primera vez en la historia que se cierran las salas de cine nos hace volver al pasado, cuando los cines eran el refugio ante las bombas durante la contienda, ahora lo son las plataformas
Madrid
La imagen de los cines vacíos es una de las instantáneas históricas que nos está dejando este coronavirus y las medidas tomas por el gobierno para evitar el contragio de este virus. Para Octavio Alzona, responsable de márketing de los Cines Renoir, nunca antes se había vivido una cosa similar. Nunca antes se habían cerrado los cines. Ni siquiera durante la Guerra Civil española. "El sector ha pasado por grandes penalidades, ninguna tan insólita como esta que, seguro, afectará al futuro del audiovisual", decía en Hoy por Hoy, Enrique Costa responsable de la distribuidora Avalón.
La Guerra Civil es el momento con el que más se compara la situación que vivimos de estado de alarma; aunque la vida era bastante distinta. Luis Parés, historiador y crítico de cine, explica que durante la contienda, las salas de cine eran un refugio de las bombas, pero también de las penurias que traía la guerra.
"No había pasado nunca. Durante la guerra, en la retaguardia, en ciudades como Madrid y Barcelona, una de las inquietudes más grandes que tenía el gobierno era que la gente tuviera momentos de ocio, y los cines siguieron abiertos. De hecho, la CNT, que fue muy poderosa en Barcelona, se hizo con las salas de cine para seguir poniendo películas. Había una consigna gubernamental: los cines no podían cerrar".
Sí hubo documentado un cierre de los cines, en Valencia. Las salas estaban desiertas por la huelga convocada por CNT y UGT, que duró del 19 de julio de 1936 hasta el 5 de agosto. Sin embargo, los diferentes sindicatos y partidos políticos de la república, así como los golpistas, entendieron lo importante que era controlar los cines.
En 1935 la población española ascendía a 24.693.000 habitantes. Para ellos existía un parque cinematográfico compuesto por 2.767 salas, de las cuales 1.533. eran sonoras y 1.234 aún mudas. El aforo total ascendía a 1.504.09124. Después de Estados Unidos, España era el país del mundo con mayor número de butacas por habitante. El cine era el arte al que accedían las masas trabajadoras, a diferencia de otros artes más elitistas, el cine era y es cultura popular.
"El cine ganó en gente, ya no eran los que iban a tejer poemitas de amor ni los que acudian para poner remedia a su ocio ni los que esperaban de allí del gran telar de los sueños la formidable avetura. Ahora entraban las gentes más sincetas. Eran soldados, trabajadores,mujeres de la guerra, enfermeras, nilos también. Rostros de niños que se resisten malamente a no ver los frentes, que espían desde todas las esquinas la manera de pasar a las trincheras con las birgadas quemarchan y que, por fin, puede que sus padres les lleven al cine. Y van. Y aplauden, con las madres, con los obreros, con las enfermeras, con los oldados, con todas las gentes del pueblo que ahora forman constantemente cola ante las taquillas cinematográficas, suenen o no explosiones", detalla uno de los reporteros de guerra de la época en un texto recogido en Madrid es nuestro (Editorial Nuestro Pueblo).
Hubo una producción masiva de películas, documentales y noticieros relacionados con la guerra y con una clara función de propaganda, destinadas al público español, de cada bando; pero también a los países extranjeros para que intervinieran en la guerra. Una petición que desde el Gobierno de la República era esencial para aguantar y sobrevivir. Una ayuda que nunca llegó, ni siquiera de países liberales, como Inglaterra o Francia. Además de estas películas, como Sierra de Teruel, de Malraux, hubo películas folclóricas, comedias y películas que daban ánimo a una población abatida. "Muchos de esos documentales usaban las mismas imágenes fueran o no hechas en un bando o en otro".
Más allá de la propaganda, la ficción y la evasión fueron una consigna. "La CNT rodaba películas de propaganda, pero también comedias populares sin atisbo de ideología. Una de las anécdotas más bonitas de la guerra civil es que Morena Clara, la película con Imperio Argentina se estuvo proyectando en ambos bandos durante la guerra. Es decir, que el cine intentó mantenerse al margen proque la gente necesitaba escapar de lo atroz que ha sido la guerra", cuenta Luis Parés.
También el bando franquista se dio cuenta de lo importante que era el entretenimiento y mandó a sus cineastas a Berlín para que graben películas folclóricas, como El barbero de Sevilla, para centrar el cine en la parte de evasión.
Cuenta en su libro de Memorias Fernando Fernán Gómez, que los bombardeos eran cada vez más intensos en Madrid y ellos esperaban la nochebuena…y que iban una vez a la semana al teatro hay que seguir como se pueda no. El cine fue más allá. Había un ansia por ver cine y olvidar todo lo que estaba ocurriendo.
"En noviembre del 36, Madrid estaba sitiado por las tropas nacionales y estaba siendo bombardeada, por lo cual la moral de la población estaba bajo mínimos. Al gobierno republicano, que estaba a punto de abandonar Madrid hacía Valencia, se le ocurre hacer un estreno de cine en plena Gran Vía de Madrid con las entradas gratuitas. "La película se llamaba Los marineros de Kronstadt (1936) del director ruso Yefim Dzigan, que era una película soviética que animaba a resistir. Se estrenó en el Cine Capitol. La Gran Vía se colapsó de gente, había por lo menos seis mil personas que querían entrar", cuenta Parés.
La guerra era algo cotidiano con lo que lidiaban los madrileños, pero también los soldados. Esto cuenta un periodista, un reportero de guerra, en el libro de crónicas Madrid es nuestro (Editorial Nuestro Pueblo). "Yo he asistido en las horas histroicas de una noche de noviembre, cuando se esperaba de un momento a otro que saliésemos, fusil en mano, a defender la capital, a la representación de una pelicula un uno de los sótanos de la Gran Vía, frente por frente, al carabanchel invadido ya".
Los cines no cerraron durante la guerra civil. Ahora sí lo han hecho, pero la ficción ha encontrado su manera de llegar a los espectadores: las televisiones y plataformas. Un cambio de modelo, es cierto, pero que mantiene la necesidad de la ficción audiovisual. "Las plataformas van a ser las grandes beneficiadas. Mucha gente va a darse de alta en estos días, pero eso significa que puede dar visibilidad al cine español que esté en esas plataformas, pero no mucho dinero como para sostener el sistema. Ese es el lado malo, el lado bueno es que ahora por fin tendrá que nacer ese sistema en el que puedan convivr plataformas y salas de cine", añade.
"El Festival de Málaga es el gran motor de la industria española para el segundo semestre del año, que se haya cancelado es un síntoma de que el calendario ya no se puede respetar. Lo menos importante ahora es el rodaje, habrá pérdida económica, pero se podrán retomar. El problema son esas películas pequeñas que no pueden hacer promoción y van a tener que reubicar su estreno y tener menor repercusión en taquilla".