"Mis niños no se van a morir de coronavirus, se van a morir de hambre"
Una llamada de auxilio desde la Amazonía peruana, donde la pandemia de COVID19 está dejando a pueblos completos sumidos en la pobreza y el desabastecimiento de alimentos
“Soy una madre de familia con cuatro hijos. Ahora no sé ni qué darles de comer. Mis niños no se van a morir de coronavirus, se van a morir de hambre”. Esta es la llamada desesperada que hace una mujer al Gobierno desde la selva de Perú, donde la pandemia de COVID19 está dejando a pueblos completos sumidos en la pobreza y el desabastecimiento de alimentos.
Sin personal sanitario en el pueblo, sin mascarillas ni protección, la comunidad en la que viven, a una hora de distancia de Iquitos, la capital de la selva peruana, en el norte del país, teme la posible llegada del coronavirus. Aún no ha llegado ningún caso, pero ya se notan los efectos de la pandemia.
Fátima Donado, responsable del proyecto ‘Amazondas’ para llevar la radio a los poblados del norte de Perú, explica que les preocupa el desabastecimiento que empieza a notarse en muchas familias en la comunidad.
A Iquitos sí ha llegado el COVID19 con más de 300 casos. Se está expandiendo con rapidez, al tratarse de una ciudad turística y con muchos mercados ambulantes. “La gente vive del día a día, de vender lo que cosecha”, por eso mantenían mucho contacto con otras personas en Iquitos.
Ahora se ha prohibido vender en los mercados de Iquitos, lo que ha acabado con el modo de vida de muchos campesinos de estas comunidades. “Empiezan a tener problemas de desabastecimiento de comida en las casas”.
Las condiciones de vida en estas comunidades son muy limitadas. “No hay agua potable, no hay luz corriente”, alerta Fátima, lo que imposibilita cumplir con las recomendaciones de higiene para evitar contagios. Además, “no todo el mundo tiene jabón en sus casas y se está agotando”. La periodista cuenta que están empezando a fabricar mascarillas en sus casas, pero asegura que si se diera algún caso de infección “las casas no están preparadas para un aislamiento” porque son casas de madera en las que viven unas seis personas y en las que no hay divisiones.
Los vecinos se quejan de haber sido siempre comunidades muy olvidadas por el Estado. “Si no los miran en tiempos de paz, mucho menos los van a mirar en tiempos de guerra”, recuerda. Las autoridades han lanzado ayudas para paliar la crisis a nivel estatal, pero esas ayudas no han llegado a las pequeñas localidades campesinas cuando ya se ha cumplido un mes de cuarentena.
A toda esta situación desesperada se une un vertido de hidrocarburo de la refinería de Iquitos en el río Amazonas, un recurso vital para estas familias. La crisis del COVID19 amenaza con llevar a la pobreza a 500 millones de personas más en todo el mundo, según OXFAM.