La España real está en los hospitales

Madrid

Yo voy a ser bueno, pero antes déjame ser malo. Nos conformamos con migajas. Nos tiran unas migas y las elevamos al cielo como si fuesen el pan de Cristo. Pero yo no creo que sea un espejismo sino la punta de uno de esos icebergs que hunden lo malo. Existen esos icebergs. Me gustaría encontrarlos. Me gustaría que decir estas cosas no fuese ser blando sino pensar que es un acto duro, que fueron duros los dos, Maestre y Almeida. ¿Sabes cuándo me gustaría que me llamasen blando? Cuando mando a la mierda a todos los que llaman "paguita" a la renta mínima. Eso es ser blando. Duro es ponerse de acuerdo, aparcar el odio y tender la mano.

Vivimos una situación inédita por una razón: el virus no tiene ideología. Hay españoles que antes de encontrarle una vacuna le encuentran un partido político, pero el caso es que no tiene ideología. Nosotros sí, mucha, y está muy bien tenerla, pero las ideologías y los partidos son un servicio público, o deberían serlo. La muerte no se privatiza, estamos viendo que desgraciadamente se industrializa, pero no sirve a ninguna causa privada. Se llora. Y no hay otra pelea en España que contra la muerte y contra la enfermedad. Y todas las críticas, y las estamos haciendo, y las seguiremos haciendo, no deben de perder de vista esto.

La política española hoy, en su sentido más puro, en su sentido más intelectual, se está haciendo en las UCIS. Y allí, y he tenido la desgracia de frecuentar una en los últimos tiempos, la gente se entiende mejor; se consuela una a otra, pelea por quien no conoce, llora por quien no conoce, sufre por quien no conoce. Las familias de los pacientes, el personal sanitario, cualquiera que entre en una UCI sabe de lo que hablo. Eso está lleno de Almeidas y Maestres todos los días y a todas horas. No les importa otra cosa que salvar las vidas de sus familiares y las de los demás. Hagan eso en el Congreso. No necesitan lo peor, no necesitan camas.