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Un Ramadán confinado: el Iftar tendrá que esperar

Más de dos millones de musulmanes residentes en España han iniciado el mes de Ramadán que será el más atípico que se recuerde debido al cierre de todas las mezquitas

Interior de la Carnicería Tánger, frente a la Mezquita Central de Madrid, en el barrio de Tetuán / Daniel Sousa / Cadena SER

Madrid

Un maestro viajaba con su discípulo por el desierto y cuando se detuvieron a descansar en un oasis, el primero le encargó al segundo que atara a los camellos. No los ató y a la mañana siguiente se habían escapado. ¿Por qué no ataste a los camellos?, preguntó el maestro. “Confié en Dios”, respondió el discípulo, a lo que el maestro replicó: “Ata primero a tu camello y luego confía en Dios”.

Esta enseñanza es la que está aplicando durante este mes Ramadán para los 1.700 millones de musulmanes repartidos por el mundo. En la situación actual, las medidas para hacer frente a la pandemia de coronavirus han supuesto que las calles de muchos países que estos días deberían estar engalanadas y llenas de vida se queden desiertas.

Del confinamiento al Ramadán

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Entrar en una de las pequeñas tiendas de productos de alimentación que la población musulmana regenta en Madrid recuerda, solo un poco, a adentrarse en algún zoco marroquí. No en el de Marrakech, que es demasiado movido, pero tal vez en el de Rabat, que tiene la fama de ser “el más tranquilo de todo Marruecos. Desde la puerta se percibe un fuerte olor a especias, se ven pequeñas bandejas de dátiles preparadas para llevar y una agradable música árabe suena de fondo. Es en el barrio de Lavapiés y en los alrededores de la Mezquita Central de Madrid, en Tetuán, al norte de la ciudad, se concentran la mayoría de estos pequeños comercios que estos días trabajan a un ritmo mayor del habitual. El pasado viernes 24 de abril comenzaba el mes de Ramadán para los dos millones de personas musulmanas que actualmente residen en España, según el Estudio Demográfico de la Población Musulmana 2019.

Scarem y Mohamed son de Marruecos y trabajan juntos en un pequeño ultramarinos de la Calle Tablada de Madrid / Daniel Sousa / Cadena SER

Este año será un Ramadán bajo confinamiento. Hasta el próximo 23 de mayo, los musulmanes tendrán que guardar ayuno, uno de los cinco pilares del Islam, desde el alba hasta la puesta de sol. También tendrán que abstenerse de acciones como fumar o mantener relaciones sexuales durante el día. Esa parte de la liturgia religiosa no cambiará, pero si lo harán otras. El coronavirus ha provocado que las mezquitas se encuentren cerradas a cal y canto, impidiendo que se pueda realizar la oración del Tarawih o la ruptura del ayuno en comunidad, el Iftar y, además, muchos comercios se enfrentan al trabajo extra provocado por las compras de estas fechas.

Skarem y Mohamed son de Marruecos y trabajan juntos en un pequeño ultramarinos. Cuentan que su negocio va bien estos días, especialmente, los envíos de comida a domicilio. Aunque afrontan el mes con una actitud positiva, no son ajenos a la realidad: “Ahora cierran las mezquitas y el Ramadán es muy triste. Es la primera vez que va a pasar. Por la noche rezábamos todos juntos, los ricos y los pobres. Todos somos iguales en la mezquita. Ahora, cada familia en su casa”. Esa es precisamente una de las recomendaciones que ha hecho la Comisión Islámica de España (CIE) cuyo ex presidente hasta hace unas semanas, Riay Tatary, falleció el pasado 6 de abril víctima del Covid-19.

Hamsa (a la izquierda de la imagen) es de Iraq, tiene 22 años y estos días ayuda a su padre en una carnicería situada en la calle San Germán de Madrid / Daniel Sousa / Cadena SER

Hamsa es de Iraq, tiene 22 años y estos días ayuda a su padre en una carnicería situada en la calle San Germán. “Para nosotros no es nada nuevo el hecho de trabajar en Ramadán. De hecho es una de las épocas de más ventas, como en vuestra Navidad”, señala. En la carnicería, a primera hora de la tarde, hay una persona, pero Hamsa señala que es fundamental que continúen abiertos y más, en estas fechas: “Los musulmanes que van a hacer compras a Mercadona, por ejemplo, no suelen comprar la carne ni el pollo allí porque prefieren el método halal. En referencia a la comida, la palabra halal significa legal o permitido, es decir, a que esos productos cumplen los preceptos de la ley islámica.

Es también durante el mes de Ramadán, cuando los musulmanes deben de ser más solidarios y ayudar a los más necesitados. Con el cierre de las mezquitas, algunas personas que antes acudían a ellas en busca de ayuda, ahora se encuentran desamparadas. “En la mezquita que tenemos aquí cerca, hay varias personas que están viviendo y durmiendo ahí en la calle. Mi padre y yo intentamos llevarles comida o lo que necesiten para que tengan lo necesario”, explica Hamsa.

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Daniel Sousa

Daniel Sousa

Es redactor en EL PAÍS Audio y colabora en ‘A Vivir que son dos días’ de la Cadena SER. Ganador del...

 
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