Desescalada y control ciudadano

Mañana conoceremos los planes del Gobierno para la desescalada. Sabemos que será gradual y asimética. Sea como sea y sea cuando sea, es evidente que cada día vamos a tener mayor responsabilidad los ciudadanos. Lo estamos viendo ya con la vuelta de las actividades no esenciales o ayer con los niños en las calles. ¿Pueden asegurar las autoridades que todos los centros de trabajo están bajo su control? No. ¿Y puede asegurar que ayer todos los niños se movieron en el kilómetro asegurado? ¿O que los padres autorizados no se relevaran para que la hora autorizada pasara a ser dos o tres? Tampoco se puede.

Así los propios trabajadores, empresario o padres ha ido asumiendo la vigilancia de sus propias conductas. Algo que va a ocurrir más en la medida de que los procesos continúen cuando el 2 de mayo se incorporen los deportistas o los paseantes. Se va a extender ese universo y va a ser muy inabarcable ante una sociedad anhelante de moverse.

Va a ser la conducta ciudadana la que vaya marcando y estabilizando los comportamientos que habrán de permanecer durante el tiempo que convivamos con el virus que va a ser muy largo. Claro está que el Gobierno debe establecer las pautas y las autoridades locales implementarlas pero nos va a corresponder a nosotros cada día más este tipo de tarea.

Algún elemento positivo va a tener y es que vamos a aprender algo que tanto nos cuesta como es que lo común es común y que los espacios públicos son de nuestra incumbencia. Algo que no nos entra mucho en la cabeza. Cuando vemos por ejemplo las calles sucias no nos acusamos nosotros por ensuciar sino que acusamos a los otros por no limpiar. Vamos a tener que entender que así como la reconstrucción necesita la unión de todas las fuerzas políticas también la desecalada requiere la movilización solidaria de toda la sociedad. Así como en el confinamiento hemos aprobado con buena nota, aquí tenemos que hacerlo también. Porque como se nos descosa la disciplina, podemos naufragar.