Si nos comportamos como nuestros políticos vamos al desastre

En una fase clave en la lucha contra el coronavirus no estamos sabiendo aprovechar la extraordinaria utilidad de una estructura como nuestro estado de las autonomías, por torpeza de Pedro Sánchez, por deslealtad de Pablo Casado y por juego sucio de Santiago Abascal y Quim Torra. El plan de desescalada ha demostrado una vez más que Sánchez está entendiendo mal lo del mando único, el esquema por provincias lo demuestra. Era una gran oportunidad de sacar el máximo partido operativo al Estado de las autonomías y de implicar a a cada comunidad el principal objetivo de este momento, que es extender la conciencia de responsabilidad, una conciencia que ha de llegar peldaño a peldaño a cada individuo, porque en el punto en que nos encontramos, la precisión de las órdenes importa menos que su cumplimiento.

Quiero decir que el calendario del desconfinamiento es relevante, claro, pero podría ser un poco distinto y no cambiaría nada sustancial. Lo que es fundamental es su consolidación, no vernos forzados a dar marcha atrás.

La pelea entre los partidos del fuego cruzado de sus reproches, es decir sus batallas, que hace mucho que son decepcionantes pero que ahora ya son irritantes, insoportables, están desviando el foco del punto que debería concentrar toda su atención; llamar a la responsabilidad de cada ciudadano y dotarle de los elementos de protección que vaya a necesitar, porque quien nos va a permitir pasar de la fase 1 a la 2 y a la 3 y a la 4, lo repito, no se nos olvide ni un momento, quien nos podría forzar a desandar lo andado, no va a ser ninguna autoridad, lo van a decidir los marcadores y estos van a registrar nuestro comportamiento, nuestra capacidad de protección, no otra cosa.

Para acompañar ese proceso y conseguir el mejor cumplimiento posible es imprescindible que crear una urdimbre tupida de complicidades políticas que, en un momento tan delicado como es la desescalada, sensibilice, asista, vigile, estimule a la sociedad y mantenga alto el listón de la exigencia con un compromiso cerrado en todos los niveles del Estado. ¿Va a pasar eso?, no. Aunque lo necesitamos imperiosamente, tenemos la mala suerte histórica de que Sánchez no sabe crear esas complicidades, Casado no quiere crearlas, Torra y Abascal quieren reventar cualquier posibilidad de que se creen... en fin, una fatalidad. Es muy fuerte decir esto pero si en un momento como el que estamos ahora viviendo, los ciudadanos nos comportamos como nuestros representantes políticos, estamos perdidos.