Cogobernanza
Ahora se trata de ver cómo se concilia esa gobernanza que va a guiar la relación con las CCAA con el mando único que sigue en vigor. No es conciliación fácil, pues requiere dos valores de los que no andamos sobrados: talento político y lealtad
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Madrid
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, citó el término: cogobernanza. Declarar que ese concepto va a guiar la relación con las comunidades autónomas en la gestión de la crisis de aquí en adelante era una manera de reconocer que no la había guiado hasta el momento. Ahora se trata de ver cómo se concilia esa gobernanza con el mando único que sigue en vigor. No es conciliación fácil, pues requiere dos valores de los que no andamos sobrados: talento político y lealtad.
Cogobernanza
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Podría ayudar el reconocimiento de la común ignorancia, es decir, la consciencia de que nadie, ni aquí ni fuera de aquí, está en condiciones de manejar certezas. Por ejemplo, cuando azuzado por la oposición y por la gente que tiene mucha prisa para volver a la calle, el Gobierno relaja algunas medidas del confinamiento, ¿está acertando o se está equivocando? ¿Pueda alguien estar seguro de que esos cambios rectifican errores y no crean otros? Nadie puede saberlo.
Los procesos de desescalada son lo que Rusia para Churchill, un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma. Todos los países lo están afrontando cruzando los dedos, y como dijo Angela Merkel, como quien camina sobre una finísima capa de hielo. En su país, ejemplo universal de eficacia y de decisiones pensadas con gran precisión, al germánico modo, acaban de frenar algunos planes de de ese escalada a petición de sus científicos, pues ha habido un repunte de casos de infección.
Duda también en la conveniencia de ampliar o acortar los plazos. Sánchez quiere prolongar el estado de alarma hasta el día 1 de julio y muchos consideran que esa ampliación es un disparate: Urkullu, Torra, Feijóo, por ejemplo, creen que eso no tiene sentido. En Francia andan en las mismas, Macron propone prorrogar el estado de emergencia hasta el 24 de julio, incluso en su equipo hay discrepantes. Pero ¿quién acierta? ¿Cabe algo distinto que la estrategia de prueba-error? ¿No es ridículo hablar en mayúsculas y con gestos solemnes ni para proponer ni para rechazar cuando cada movimiento sólo puede ser tentativa provisional y revisable?