"Hay futuro mi amor, parece que sí": primer paseo de Javier y Rosa después del coronavirus

Madrid

Localidad de Guadarrama, Madrid. Calle San Sebastián, Urbanización de 'La Jarosa'. Es sábado, día dos de mayo de 2020. Son las nueve y ocho minutos de la mañana. Pasa una camioneta municipal, una bicicleta, un hombre corriendo. Es el primer día que se puede salir a pasear y a hacer deporte desde que se declaró el estado de alarma en España.

Estamos esperando a Javier y Rosa frente a tres bloques de viviendas de cuatro alturas, ladrillo caravista y tejado de pizarra, rodeados por una pradera de césped salpicada de chopos, algún plátano de sombra y un sauce llorón bajo el que corretean dos gatos blancos y una urraca.

Rosa Roma, 50 años y Javier Regalado, 61, viven en el bajo con balcón que da al sauce. Sabemos que a esta hora se están mentalizando para salir a dar su primer paseo. Para entender la carga emocional que rodea a este primer paseo, es necesario hacer un poco de memoria, porque los síntomas del virus se manifestaron una tarde gris, jueves, 13 de marzo, también durante un paseo.

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A Javier lo ingresaron en el Hospital de Torrelodones horas antes de que se declarara el estado de alarma. Durante los tres primeros días de hospitalización, la salud de Javier mejoró. Aparentemente. El virus reforzó el ataque y Javier quedó a la deriva,

La doctora que le atendía comprendió que las medicinas no eran suficientes y con el consentimiento de la dirección médica del hospital, permitió que Rosa acompañara a Javier en la habitación. Él la llama su “ángel de la guarda”

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Javier salió adelante con la ayuda de Rosa y el 7 de abril pudo volver a casa. Perdió más de veinte kilos, la enfermedad le ha dejado una serie de secuelas por determinar y bajo la gorra que lleva dice tener el aspecto y la cara del hombre que hubiera debido ser dentro de quince años. Pero ha recuperado la ilusión que había en él antes de la enfermedad.

En el Paseo de los Tilos hay un pastizal en pendiente. La última vez que lo vieron solo era un campo de hierba rala, con algunas retamas. Hoy es una selva de flores silvestres. Rosa se detiene a acariciar las amapolas.

El paseo tiene un destino. Está a 280 metro de donde se inició. Javier y Rosa quieren ver la casa que empezaron a construir en la calle de La Chopera meses antes de la expansión del coronavirus. "Hay futuro mi amor, parece que sí”

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