Todo para mí
"En medio de esta catástrofe quieta se escucha una y otra vez esa frase horrible, matar el tiempo, pero nunca, ni una sola vez, aquella otra, tan bonita: hacerlo"
'Todo para mí', por Leila Guerriero
03:51
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Madrid
Son días algo ridículos. La forma de “luchar” es esconderse. La forma de “resistir” es no hacer nada. En medio de esta catástrofe quieta se escucha una y otra vez esa frase horrible, matar el tiempo, pero nunca, ni una sola vez, aquella otra, tan bonita: hacerlo. Nadie quiere hacer más tiempo del que hay porque todos quieren que este embrujo, este embeleso, este hechizo pase rápido. Entonces, lo matamos. Consumiendo series y películas, transformando a la cultura en nuestro flamante tramadol. Son tiempos ridículos. Yo me quedé si azúcar y no consigo harina, pero tengo delivery de cilantro, de tomates orgánicos, de pimienta de cayena. No los uso, pero ahí están, titilando desde la pantalla de mi teléfono, avisándome que, si puedo, no debo renunciar a mi sofisticación cosmopolita.
Desde que empezó el encierro, guardo algunos contactos junto a la palabra dealer: Pablo es mi dealer de carne, Jaime –y su pescadería Capitán Jaimito- mi dealer de pescado. Será que necesito hacer algo clandestino, algo que no se pueda hacer. Hace un mes empecé un tráfico inocente de textos y poemas entre mis alumnos de taller. A fines del verano había un grillo en mi balcón así que, con su canto de fondo, grabé para ellos unos textos de Clarice Lispector y se los envié. Después unos poemas de Lorca, y se los envié. Después unos poemas de Claudio Bertoni, y se los envié. Pronto quisieron más, y les di más. Cada tanto, les enviaba lecturas de páginas sueltas, de cuentos. Hace poco encontré este poema de Anne Sexton: “Todo el día construí/una vida y ahora/ el sol se hunde para/ deshacerla”. Y lo grabé. Y este fragmento de Paul Bowles: “(…) llegamos a pensar que la vida es un pozo inagotable. Sin embargo, todas las cosas ocurren sólo un cierto numero de veces, en realidad muy pocas. ¿Cuántas veces recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que es parte tan entrañable de tu ser que no puedes concebir siquiera tu vida sin ella? Quizás cuatro o cinco veces más. Quizás ni eso ¿Cuantas veces mas mirarás salir la luna llena? Quizás veinte. Y, sin embargo, todo parece ilimitado”. Y lo grabé.
Pero ahora ya no les envío nada. Como un dealer que empieza a consumir su propia droga, no quiero llevar alivio o alarma a nadie. Reflejo de ese mundo salvaje que vendrá muy pronto, quiero guardarlo todo para mí.