Pilotando un Boeing 737 desde una buhardilla

Madrid

José Luis es profesor de la Escuela de capataces forestales de Cazorla. Más bien era, porque el pasado martes cumplió los 65 años y se convirtió en jubilado, aunque lo hizo casi de forma clandestina en medio de estas circunstancias excepcionales tras más de 40 años dedicados a la docencia.

Pero lo particular de José Luis no es que se haya jubilado en medio de esta pandemia, sino que su trabajo lo compatibilizaba con un hobby muy especial: pilotar aviones. Y es que ha convertido la buhardilla de su casa en Cazorla en la cabina de mandos de un Boeing 737. Se ha asomado a la ventanilla para contárnoslo.

Su primer contacto con la aviación fue mientras trabajaba en Fuenteovejuna, en Córdoba: “Participé en los tratamientos fitosanitarios con un helicóptero”. Pero fue hace doce años cuando se decidió a comprar un simulador de vuelo.

Le gusta volar el Boeing 737 “por su forma de volar, es muy estable”. Nos ha explicado que esto se debe a que es un avión grande y los pequeños tienen una estabilidad mucho menor.

Ha aprendido solo. Es completamente autodidacta y nos cuenta que ha aprendido “viendo tutoriales y estrellándome muchas veces”.

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Tras doce años ya es casi un experto, pero reconoce que lo que más complicado le resulta es el aterrizaje. Eso sí, el despegue también es una actividad complicada, “pero en tierra lo puedes manejar más fácil”.

En su simulador puede hacer vuelos alrededor de todo el mundo con las condiciones que elija: “Se puede programar si hay mas tráfico o menos tráfico”. Y reconoce que le gusta que haya poco tráfico porque “si llegas a un aeropuerto grande te pasas la mitad de la vida en las pistas”. Porque lo que a José Luis más le gusta es aterrizar y despegar.

El vuelo mas largo que ha hecho es de Sevilla a Canarias, y el que más le gusta el de Sevilla a Málaga, eso sí, “al atardecer y con la puesta de sol”. Las condiciones meteorológicas si no se manipulan son las que hay en ese preciso momento y el trayecto está controlado en todo momento por controladores aéreos virtuales.

También nos ha hablado de cómo es jubilarse en unas circunstancias tan excepcionales como las que estamos viviendo. José Luis ha dicho que es “muy seco y frío” y, emocionado, nos ha explicado que no es lo que esperaba tras 46 años de actividad y 40 en el mismo centro. Eso sí, en cuanto todo esto pase piensan celebrarlo en condiciones.