Ir a pedir la mano y que te corten la cabeza

El territorio que hoy conocemos como Reino Unido pasó unos cuantos siglos en los que era justo lo contrario: una colección de reinos muy desunidos. Y una de las mejores formas de intentar que tu reino ganara un poco de influencia era formando una alianza matrimonial.

El rey Ethelberto de Estanglia, por ejemplo, no tenía un gran interés por el tema matrimonial, prefiriendo pasar el rato rezando y siendo una persona piadosa. Pero resulta que le había tocado en suertes ser rey, así que arregló un acuerdo matrimonial con el rey Offa, del reino de Mercia.

Pero el 20 de mayo del año 794, cuando fue a visitar a su futura esposa Altrida, el cortejo no fue todo lo bien que se podría esperar. Siguiendo ordenes del rey Offa, un tal Grimberto amordazó al visitante y lo decapitó. Así, Offa se aseguraba el control sobre el reino vecino de una forma aun más expeditiva que mediante un matrimonio.

Al pobre Ethelberto, del que no sabemos mucho más que su malograda expedición casamentera, fue canonizado por Roma, que lo consideró como un mártir de la fe, probablemente porque si hubiese seguido su vocación religiosa, hubiese vivido unos cuantos años más.