Estado de alarma, con minúsculas
La sesión de la prórroga del estado de alarma es un espejismo: ni es un estado de alarma de verdad ni están hablando del coronavirus
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Madrid
Así como la ropa se desgasta a base de lavado, el estado de alarma va cambiando de piel en cada prórroga. A esta quinta que hoy se debate y vota en el Congreso, el nombre ya le viene grande. Estado de alarma, como mando único, son conceptos que se escriben con mayúsculas definen una gran concentración de poder, pero el texto del Gobierno que hoy se proponer la Cámara está muy alejado de eso. Para empezar, ha reducido la duración que deseaba, además la toma de decisiones las comunidades autónomas hasta el punto de contemplar desconexiones a la carta si así lo estiman los gobiernos autónomos.
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El Gobierno central se limita a conservar la herramienta jurídica para poder coordinar la evolución de la pandemia en un estado en el cual las competencias sanitarias están transferidas. El estado de alarma se convierte de facto en una especie de estado de supervisión, lo que algunos creen que debió ser desde el principio. El hecho cierto es que ya tiene muy poco sentido que esta prórroga se apoye o se rechace con las razones manejadas hasta el momento. El voto de cada grupo parlamentario tendrá muy poco que ver con este nuevo periodo de lucha contra el coronavirus, objeto oficial de la sesión, se hablará de la pandemia, sí, pero con la mente en otra parte, en el tiempo político posterior que cada partido anda calculando, supongo que a ojo, porque los sondeos de estos últimos días reflejan las contradicciones más agudas que recuerdo. Si tuviéramos que resumir las encuestas tendríamos que decir: el PSOE se desploma y se mantiene; Podemos, lo mismo; el PP sube como un cohete y baja; Ciudadanos sube y se hunde; lo ideal para los aficionados a la propaganda y a autoengañarse.
En fin, que cuando asistamos a la sesión de la prórroga del estado de alarma sepamos que es un espejismo: ni es un estado de alarma de verdad ni están hablando del coronavirus.