La nueva normalidad

Madrid

Ayer se presentó la llamada nueva normalidad, el código de buenas prácticas que deben presidir nuestras conductas y nuestras relaciones a partir de ahora. Con el verano a las puertas, el momento tiene un cierto aire prevacacional de fin de curso y reparto de notas. En un primer vistazo podemos decir que hay varios sobresalientes, pero que abundan los suspensos y que vamos a tener que vernos en septiembre con algunas asignaturas clave.

Cuando llegue septiembre conoceremos mejor el panorama sanitario y socioeconómico que nos aguarda. Por el momento, lo fundamental es ver cómo nos incorporamos al nuevo tiempo que se avecina. 

Los interrogantes asoman en todos los terrenos, desde los más directos como usar las mascarillas en plena canícula o cómo mantener las distancias-barrera en pleno jolgorio veraniego hasta cómo será la puesta en marcha de los motores económicos con el turismo por bandera.

El concepto nueva normalidad tiene algo indiscutible que es nuevo y algo muy dudoso lo de normalidad, pues ignoramos si algo de lo que llega en hábitos y normas ha venido para quedarse. Lo que damos por seguro que se queda instalada en la normalidad es la acritud de la batalla partidista que en la pandemia alcanzado cotas altísimas de perversión y que dudo mucho remitan.

Ayer Casado acusó a la izquierda de haber incendiado el debate político, al tiempo que se presentaba asimismo como un paladín de la moderación. No sabemos si se trata de su enésimo cambio de disfraz, un giro estratégico a la vista de que las cuentas no salen ni a la derecha ni izquierda sino buscan apoyos complementarios en las zonas templadas.

La investigación al rey emérito va a ser un buen test. Veremos si las fuerzas políticas respetan el proceso investigador de la Fiscalía o si por el contrario se lían a palos con lo institucional. Posdata: la Ley de Protección del Menor es una noticia excelente. ¿Puede oponerse alguien? Parece imposible, pero quién sabe. Como la presentó Pablo Iglesias.