El negocio de la crispación
Hay un negocio de la crispación; un negocio político calculado con frialdad
La voz de Iñaki Gabilondo | 18/06/20 | El negocio de la crispación. / BEA POLO
Madrid
Hace mucho tiempo que la política elevó la condición de verdad poco discutible un principio: los hechos sirven para muchas cosas, pero no para cosechar votos en gran escala, estos se alcanza mejor por la vías de la emoción. Cada partido contaba con unos cuantos especialistas en incendios que se habían leído El arte de la guerra de Sun Tzu y lo aplicaban como Dios de daba a entender para hacer perder la brújula a sus adversarios por el procedimiento de sacarles de quicio. Algunos con gran arte, como Alfonso Guerra; otros, mejor no recordar sus nombres, a un nivel más bien mugriento. Era, diríamos, crispación artesanal.
El negocio de la crispación
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Ahora el modelo ha dado un salto al profesionalismo con Donald Trump como principal estrella y múltiples seguidores en todo el mundo. Hace unos días, en un encuentro con directivos de medios de comunicación, el presidente de la Conferencia Episcopal. el cardenal Omeya, expresaban su preocupación por el tema y hacía referencia al libro del sociólogo marsellés Christian Salmon La era del enfrentamiento. Esta es una obra en la que se presenta a la crispación moderna como un negocio, con sus tácticas y estrategias refinadamente estudiadas; la provocación de toda la vida pero afilada por el marketing más sofisticado. Eso quiere decir que, así como las fake news no son sólo las mentiras de siempre magnificado por la globalización sino que ya ha descubierto que hay una industria de las noticias falsas detrás. La crispación no es sólo la exaltación de gente con sangre caliente la educación sino que hay un negocio de la crispación; un negocio político calculado con frialdad, impermeable por tanto a las exhortaciones bienintencionadas y a las llamadas al orden; diferente también al peligroso efecto contagio en la sociedad.
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Sin embargo, este es un negocio al que si el CIS tiene razón, les está pasando lo que a todos los negocios en estos momentos, que está en crisis. El barómetro electoral hecho público el miércoles por el CIS dice que en el último mes no se observan variaciones significativas en intenciones de voto. La bronca y el filibusterismo no están rentando.