Lidia García: "La copla siempre ha estado muy vinculada a la disidencia de género"

Madrid

La investigadora y activista Lidia García reivindica en su podcast ‘Ay Campanera’ una relectura del género como bandera LGTBI más allá de los tópicos y la utilización del régimen franquista

‘La copla hay que leerla entre líneas, cuando Miguel de Molina canta ‘Compuesto y sin novia, porque tengo mis razones’, tampoco es que el mensaje fuera muy implícito, estaba muy claro. Había versión femenina, cantada por Juanita Reina, y el mensaje también tenía su carga rompedora, una mujer que ni quería casarse, ni tener suegra ni pasar por ese aro’, nos ha contado en La Ventana, Lidia García, investigadora en la Universidad de Murcia y activista LGTBI. ‘Y ese doble sentido de la copla apunta en las letras a una sexualidad clandestina, a mujeres adúlteras, o una moral ajena a la que imponía la dictadura. En cierta forma creo que suponía un empoderamiento precoz de la mujer en esa época’.

Además de ‘porque me gusta sin más’, Lidia García ha trasladado su afición por la copla -heredada de su madre que canturreaba en casa cuando era ella pequeña- a su trabajo como investigadora predoctoral en la Universidad de Murcia donde está realizando una tesis sobre ‘Los tópicos cañís en la cultura audiovisual. Menos formal y académico es el contrapunto en redes del podcast ‘Ay Campaneras’, que García inició durante el confinamiento y que está cosechando un éxito inesperado a través de la cuenta de Twitter ‘The queer cañí bot’.

‘Nunca me lo imaginé pero estoy muy contenta. Y me llama la atención la cantidad de personas, incluso de mi generación, que tengo 30 años, que se están interesando por el género o lo están viendo por primera vez con otros ojos’.

La iniciativa permite a Lidia García desplegar también la perspectiva de género y el activismo LGTBI entre un género músical ‘denostado e invisibilizado’, como se ha intentado denostar e invisibilizar también a los gays, las lesbianas, las personas transexuales o la labor de los cuidados asumidos tradicionalmente por las mujeres y nunca suficientemente reconocidos.

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‘Yo creo que el encanto del género ése y así es como hay que leer toda la cultura popular siempre y especialmente bajo la censura de las dictaduras como ocurrió durante el franquismo’, donde el régimen intentó controlar y domesticar el potencial subversivo de la copla que, por encima de todo, era consumido por las clases populares y que ya había vivido su etapa dorada en la II República.

‘Eso es lo maravilloso de las letras de la copla, que las mismas canciones pueden servir de referentes para personas y colectivos distintos’, explica García quien cree que ese mensaje inclusivo perdura hasta la actualidad en las nuevas generaciones LGTBI.