El rey que llamó "yegua de Flandes" a su prometida

Un día que en el momento puede parecer malo con el tiempo puede ser visto como una bendición, como cuando tu equipo vende a su mejor jugador y al cabo de un mes se lesiona para el resto de la temporada.

Para Anne of Cleves o Ana de Cléveris, el 9 de julio de 1540 fue un día bastante humillante. Su marido pidió que su matrimonio fuese anulado, y no escondió que lo hacía porque no se sentía en absoluto atraído por ella. Esto habría sido un incidente embarazoso en la vida de cualquiera, pero mucho más en una vida expuesta al público, como lo era la de Ana. Porque el hombre que la estaba repudiando era nada más y nada menos que Enrique VIII, rey de Inglaterra.

Antes de que se acordara la boda, no se puede decir que no se habían tomado precauciones para que esto no sucediera.

Thomas Cromwell, el consejero del rey, había mandado a Hans Holbein, un pintor de la corte, para que la retratase, con la petición del rey de que fuera lo más realista posible. El rey se mostró satisfecho con el resultado, y la boda tiró adelante. Cuando finalmente vio a su novia en persona, parece ser que Enrique la describió como “una yegua de Flandes”.

La noche de boda, el 6 de enero de 1540, no mejoró la química entre los dos, y el rey no fue capaz de consumar el acto.

Al final, el 9 de julio, Enrique dio la cosa por imposible y pidió la nulidad. Lo bien que se lo tomó Ana hizo que Enrique le estuviese muy agradecido, y acabaron siendo buenos amigos, todo un milagro para un hombre tan irascible. La gestión de Cromwell en los preparativos le valió su caída en desgracia. El 28 de julio pagó con su cabeza la falta de verosimilitud del retrato de Holbein. Por cierto, aún lo podéis ver expuesto en el Museo del Louvre.