Ruido político versus realidad social
Analizamos con Ana Fuentes el impacto de la pandemia en la política americana, el ecosistema de las redes sociales en EEUU y España, y el impacto social de la crisis en trabajadores esenciales y niños en nuestro país
Madrid
La sociedad necesita a veces una vía de escape para canalizar todo lo que no es capaz de metabolizar en medio de una realidad compleja. La crisis sanitaria en EEUU puso de relieve, de nuevo, un sistema sanitario fallido y una desprotección social a la que se sumó la muerte de George Floyd en Mineápolis el pasado mes de mayo. El descontento social y el hartazgo por el racismo que sufren los negros en el país cristalizó en el movimiento #BlackLivesMatter. Un asesinato revivió los peores fantasmas del pasado de EEUU, dice Ana Fuentes.
La Tertulia de Verano | El activismo progresista y la polarización afectiva
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Esta semana, más de 150 intelectuales, músicos, escritores y académicos han firmado una carta en la revista Harper´s que ha generado mucha polémica cuando solo faltan cuatro meses para que se celebren elecciones presidenciales. En esa carta, como explica, Ricardo Dudda, periodista en Letras Libres, analista político y autor del libro La verdad de la tribu. La corrección política y sus enemigos (Editorial Debate), se denuncia que el activismo progresista en EEUU se esté volviendo cada vez más intolerante con su forma de ver el mundo y el riesgo de abrir la veda para señalar al disidente. El peligro está en que la corrección política empobrezca el debate social, añade Dudda, y en que mientras uno de los presidentes más autoritarios y supremacistas que el país ha tenido en décadas, la izquierda esté purgando pequeñas disidencias internas.
<p>El coronavirus deja en España a 600.000 personas más en riesgo de pobreza</p>
La capacidad de las redes sociales para agitar el debate público se ha demostrado en el eco que han tenido en ellas movimientos como el #MeToo o el propio #BlackLivesMatter, pero es posible encontrar ejemplos en cada país. En el caso de España, en medio de esta pandemia, hemos observado una fuerte polarización política, aunque conviene hacer algunos matices. Según el sociólogo del CSIC Luis Miller, ciudadanos de diferentes ideologías políticas coinciden en las medidas que se tenían que tomar para abordar esta crisis sanitaria, por eso, el debate se ha alejado de la política y se ha entrado en el terreno de los afectos. Lo llama polarización afectiva. Los propios líderes de las diferentes formaciones políticas movilizan a sus bases a través de emociones positivas para cerrar filas en torno a ellos y evitar críticas internas, y los medios de comunicación, en España, lejos de tener una agenda propia fuerte que cuestione todo esto, se limitan, en general, a seguir la agenda de los partidos.
Fuera de la arena política, la realidad social nos da continuamente duros golpes de realidad. La gran reclusión, como dice Ana Fuentes, nos deja un país que mira al futuro con incertidumbre. Esta semana, la ONG Oxfam Intermon llama la atención sobre la realidad laboral que viven miles de trabajadores en España. Son auxiliares de dependencia, profesionales sanitarios, mensajeros de plataformas, trabajadoras del hogar, cajeras de supermercado, etc. Son Esenciales. Son quienes no han parado durante esta crisis. Son quienes cuidan de la vida todos los días aunque el país parezca paralizado, pero lo hacen en condiciones laborales de temporalidad y precariedad. Los datos que señala Liliana Marcos, experta en políticas públicas y desigualdad de Oxfam Intermón y coautora de este informe hablan por sí solos: una de cada tres trabajadoras del hogar o de cuidados vive por debajo del umbral de la pobreza, una auxiliar de geriatría tiene un sueldo base de menos de 1.000 euros o la precariedad laboral afecta especialmente a los jóvenes que trabajan en el sector sanitario donde la tasa de temporalidad es del 80% entre las y los enfermeros de 24 a 35 años contratados en el sistema público.
La noticia más desesperanzadora es que la pobreza en España, como ya alertó esta organización hace años, se hereda, y si no se adoptan medidas de calado a tiempo, estaremos condenando a la pobreza a muchos niños en el futuro. El ascensor social en España dejó de funcionar en España en el año 92 comenta Liliana. A esa realidad enquistada se suman nuevos datos, los que ofrece Catalina Perazzo, Directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de Save de Children: la pobreza infantil en España podría llegar hasta el 33% a finales de año, es decir, uno de cada tres niños estará en riesgo de pobreza si no se toman medidas urgentes. Esta pobreza afecta especialmente a familias monoparentales y tiene un fuerte impacto psicológico en los menores.