Simone Mareuil, los ojos del "perro andaluz" de Buñuel
Silvia Cruz Lapeña rescata la vida de la actriz francesa que protagonizó una de las películas más míticas del cineasta español
Madrid
Son numerosas las personas que tienen un papel relevante en la historia y cuyas vidas acaban siendo olvidadas sin un nombre propio; ya sea porque estuvieron a la sombra de alguien más reconocido o porque pasaron desapercibidas en su momento. Son los descartes relegados a ese cajón del olvido que este verano se rescatan en 'A vivir' de la mano de la periodista de Vanity Fair, Silvia Cruz Lapeña.
La vida rescatada de esta semana es la de Simone Mareuil, la actriz francesa "dueña" del ojo rasgado en Un perro andaluz, película dirigida por Luis Buñuel en 1929. A pesar de ser una de las escenas más míticas y reconocidas de la historia del cine, poco se sabe de la historia de Mareuil, que casi no sale referenciada ni nombrada en ningún sitio. Ni siquiera Buñuel tuvo palabras públicas sobre ella y el único comentario que se ha podido encontrar es llamándola "mamona" por la escena en la que el protagonista masculino, Pierre Batcheff, le manosea los pechos a Mareuil.
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Silvia Cruz Lapeña ha recopilado los datos de su vida para contar su historia: Simone Mareuil nació en Périgueux en 1903, involucrándose desde muy joven en el cine mudo, donde se forjó como actriz. Acabó mudándose a París, viviendo en el bohemio barrio de Montparnasse, lugar en el que se vio influenciada por los teatros y cabarets que llenaban las calles de la capital francesa.
Destacan sus papeles en películas como La barraca de los monstruos, obra de Catelain, El judio errante, de Luitz-Morat o La petite chocolatière, dirigida por René Hervil. Poco a poco, se granjeó buenas críticas en los medios de comunicación, pero eso no le daba para vivir sólo de sus trabajos como actriz, por lo que tuvo que trabajar como modelo. Tras el estreno de Un perro andaluz, rodó ocho películas más y dejó de actuar.
Lo último que se sabe de Mareuil es que, tras la Segunda Guerra Mundial, se divorció y volvió a su pueblo natal, donde se suicidó en 1954, cuando pasaba una profunda depresión provocada por por la muerte de su padre y un hermano, su divorcio y los problemas económicos contraídos al haber dejado de trabajar después de casarse.