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Un mal día lo tiene cualquiera

¿Por qué los ingleses son tan poco besucones?

Tal día como hoy en 1349, el monarca Enrique VI promulgó un edicto prohibiendo que la gente se besara

Este óleo de Pieter Brueghel el Viejo es testimonio de la honda huella que epidemias y guerras dejaron en la conciencia de los europeos. Hacia 1562. Museo del Prado. / Getty Images

Este óleo de Pieter Brueghel el Viejo es testimonio de la honda huella que epidemias y guerras dejaron en la conciencia de los europeos. Hacia 1562. Museo del Prado.

Una de las diferencias que no tardas en observar cuando visitas el Reino Unido es que no tienen la misma afición que los españoles a besuquearse cuando se saludan o se presentan. Esto podría tener sus orígenes en una epidemia de hace muchos siglos.

En el año 1349, Inglaterra ya hacía un año que luchaba contra la Peste Negra, una pandemia que deja nuestras tribulaciones actuales en ridículo.

La enfermedad se había originado en Asia en el año 1346, y asoló Europa entre 1347 y 1351. Ahora sabemos que lo más probable es que se transmitiese a través de las ratas y las moscas, pero en la Europa medieval la plaga era vista por los más optimistas como un misterio y por los más pesimistas como un castigo divino.

Los métodos de curación o prevención eran tan imaginativos como inefectivos. Había quien afirmaba que frotarse las heridas con una serpiente muerta las curaba, mientras que otra escuela de pensamiento defendía las virtudes de hacer lo mismo pero con una paloma recién decapitada.

El rey de Inglaterra, Enrique VI, no parecía muy convencido con estas metodologías, pero decidió hacer algo para intentar frenar los contagios.

Así, el 16 de julio de 1349 promulgó un edicto prohibiendo que la gente se besara. Hasta ese momento, en Inglaterra era habitual saludarse con dos besos o besar el anillo del señor de turno para mostrar devoción absoluta a su persona. Justamente por esto, es posible que Enrique sufriera por su propia integridad, porque al ser señor del reino era un objetivo favorito de la saliva de demasiados súbditos.

Lo cierto es que evitar el contacto social probablemente ayudó a frenar algo el contagio, pero no por las razones que creía el rey. Ahora falta ver si dentro de 700 años recordaremos la pandemia del covid-19 como el momento en el que los españoles finalmente dejamos atrás la costumbre de besarnos a discreción.

 
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