Cuidados dignos en la Residencia San Antonio, la cara amable del coronavirus
El centro de mayores del pequeño pueblo manchego de Albares aplica con éxito el cuidado sin sujeciones y pasa la primera ola de la pandemia sin casos
Madrid
Entre el Tajo y la línea imaginaria que separa Guadalajara, Castilla la Mancha, de la Comunidad de Madrid, se encuentra el pequeño municipio de Albares. El pueblo, de unos quinientos habitantes, crece en el margen derecho de la comarcal en dirección Madrid. En el lado izquierdo de la carretera se ubica la Residencia San Antonio, ejemplo de buen hacer ante la amenaza de la COVID-19, que aún acecha, sobre todo, a nuestros mayores.
El número total de muertes en residencias durante la pandemia es una de las grandes incógnitas aún por resolver. Las comunidades autónomas notifican hasta 19.600 muertos con COVID-19 o síntomas que encajan con la enfermedad. No obstante, pese a reconocer problemas con el conteo y la fiabilidad de los datos, el Ministerio de Sanidad calcula que más de 27.000 ancianos perdieron su vida en centros de mayores. Castilla-La Mancha ha sido una de las comunidades que más ha sufrido el drama de las residencias, con más de 1.200 fallecidos según datos ofrecidos por el gobierno autonómico a El País. En este contexto, la Residencia San Antonio destaca por no haber tenido ningún caso entre sus cincuenta trabajadores y cien residentes. Como nos cuenta su directora, María Ángeles, ni siquiera tuvieron que enviar a uno de sus mayores al hospital durante los peores momentos de la pandemia.
Entre las razones que explican su éxito: la prevención, una respuesta rápida, el trabajo y dedicación del personal y, por supuesto, la suerte. En marzo contaban con los mismos recursos que el resto, entre poco y nada, y se arreglaron con donaciones de gente de la zona: mascarillas, batas y todo lo que pudiera ser de ayuda. El miedo y respeto a la enfermedad iniciales tornaron en ánimos renovados una vez que pasaban las semanas sin que el virus entrara en la residencia.
Ideas para cambiar el mundo | Otro modo de entender las residencias de mayores
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A la hora de gestionar el confinamiento y llevar a cabo las adaptaciones necesarias para reforzar la seguridad y el bienestar de sus residentes contaron con una ventaja: el cuidado sin sujeciones. Desde hace tres años trabajan con la Fundación Cuidados Dignos y su presidenta, la Doctora Ana Urrutia, en la implementación de la norma Libera-Care que promueve la fundación. Esta consiste en tres niveles, desde el inicio del proceso hasta la eliminación total de las sujeciones y cada uno de ellos cuenta con formación, supervisión y certificación por parte de la fundación.
Pero la implementación de la normativa Libera-Care va más allá de la eliminación de sujeciones. Desde la fundación reivindican un modelo donde los individuos son el centro de los cuidados. Por ello, durante el confinamiento, los trabajadores de la Residencia San Antonio sumaron esfuerzos para garantizar el bienestar mental de los residentes. Silvia, fisioterapeuta del centro, nos cuenta cómo idearon formas para distraer a los residentes respetando el distanciamiento social. Desde videollamadas con sus familiares hasta sesiones de bailoterapias desde sus habitaciones. Intentaron mantener las rutinas de los residentes aunque no pudieran recibir visitas, y, en algunos casos, incluso se encargaron de comprar los artículos que les solían llevar sus familiares.
El caso de Albares, sin embargo, está lejos de ser la norma. Desde la Fundación Cuidados Según un estudio realizado por la Confederación Española de Organizaciones de Mayores, un 25% de las personas dependientes que viven en residencias son sometidas a sujeciones físicas. Y este número se eleva el 60% cuando se trata de personas mayores con enfermedades mentales. Desde la Fundación Cuidados Dignos reclaman el abuso de los cuidados sin sujeciones. Ana Urrutia, su directora, señala que la raíz del problema está en la falta de conexión entre el aspecto social y la Sanidad.
El abuso de sujeciones también puede resultar contraproducente en tiempos de pandemia. Para Ester Micó, formadora y auditora del programa “No sujetes” de Dignitas Vitae, las residencias que utilizan sujeciones han tenido que recurrir en mayor medida a estas, aumentando el porcentaje de uso y añadiendo a los efectos secundarios de las sujeciones físicas los propios efectos secundarios del aislamiento.
El éxito de la Residencia San Antonio en la contención del virus y la eliminación de las sujeciones arroja algo de luz a la situación de nuestros mayores y podría marcar un camino a seguir en la gestión de sus cuidados en el resto del país.