Incertidumbre y preocupación en el Líbano
Unicef ayuda a reconstruir la vida de los afectados por la enorme explosión que arrasó el puerto de Beirut, todavía traumatizados, pero con una enorme solidaridad para reconstruir la ciudad
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Un mes después de la explosión en el puerto de Beirut que dejó más de 190 muertos, la situación sigue siendo preocupante. Raquel Fernández, Directora de Comunicación y Alianzas Privadas de Unicef Líbano, asegura que “hay incertidumbre, muchos padres preocupados por el futuro de sus hijos, por el trauma que aún tienen”.
La explosión se suma a otras crisis que ya vivía el Líbano, entre ellas la económica y la sanitaria por la pandemia de coronavirus. La urgencia es recuperar la vida y el trabajo, dice Fernández. Unicef calcula que hay 300.000 personas que han perdido sus hogares en Beirut y que necesitan ayuda, de las cuales 100.000 son niños.
Una familia afectada por la explosión en Beirut. / Unicef
El centro neurálgico de Beirut quedó arrasado como un escenario de guerra el 4 de agosto. “Lo que está en el alma de la sociedad es la fuerza de la solidaridad entre la gente que no ha dejado de ayudarse”, subraya la portavoz. Se han producido desde donaciones privadas a ayuda por parte de jóvenes libaneses para limpiar escombros, cocinar o distribuir agua.
En los niños se ha instalado de una manera muy profunda el trauma y el shock por lo ocurrido. “Una madre nos contaba que su hija le preguntaba cuándo iban a morir”, recuerda Fernández. Unicef estima que más de 600.000 niños padecen trauma por el terror que han vivido.
La pobreza ha crecido de forma alarmante, además del deterioro de los sistemas sanitario y educativo. Recuperar el agua y saneamiento también es una prioridad para la organización.
La gran preocupación que ha alimentado las protestas en la calle desde octubre es que “no se ve una salida próxima y clara”, explica Fernández. Tras la explosión se han recuperado las movilizaciones “reclamando reformas que lleven al país a soluciones para las personas”.
