Un mundo sin paciencia

Madrid

Cuentas las crónicas que el sitio de Cadiz se prolongó durante 2 años y medio.

En ese tiempo, a parte de hacerse tirabuzones con las bombas de los franceses, como dice la canción, los representantes de los españoles de ambos lados del océano consiguieron poner sobre el papel a “la Pepa”, probablemente la constitución mas progresista hasta nuestra época.

Al contrario que a nosotros, parece que el aislamiento y tener al rey de turno a muchos kilómetros de distancia a ellos les vino bien para aclarar sus ideas y acordar.

Aquí llevamos seis meses conviviendo con esta nueva plaga bíblica y nadie parece haber avanzado mucho en el mundo de la reflexión y el acuerdo. Básicamente en lo único que parecemos estar de acuerdo es en que todos estamos ya un poco cansados del tema.

Son otros tiempos y Numancia y esas cosas ya no se llevan. Ya nadie tiene cuerpo ni siquiera para los dos años y medio de padecimientos de la llamada “gripe española”.

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Llegó el verano y todos pensamos, “bueno, ya ha estado bien. Hemos sido ejemplares durante tres meses, pero el verano es el verano”, y la economía hay que levantarla aunque sea a base de gin-tonics.

Somos impacientes con todo: Nuestros mensajes deben ser leídos y contestados en minutos para que no nos mosqueemos. Nuestros paquetes han de llegan a en 24 horas a las puertas de nuestra casa. ¡Si hasta para ver una serie ya no aguantamos ocho semanas capítulo a capítulo y nos la vemos de una tacada en un domingo!

No, es demasiado, no se nos puede pedir tanta paciencia para que llegue esa famosa vacuna. Eso de que hasta el momento siempre han hecho falta al menos 18 años para desarrollar un producto seguro para la salud se ha acabado.

Ya lo de esperar hasta fin de año parece demasiado, pero vale, supongo que podremos aguantar. Y si para que llegue antes viene con un chip de Bill Gates... bueno, ¿qué le vamos a hacer?