La enfermera que perdió la vida por salvar a otros
Edith Cavell, enfermera británica, se trasladó a Bélgica durante la I Guerra Mundial. Desde allí, ayudó a muchos a huir a los Países Bajos. Los alemanes detectaron estos movimientos y el 7 de octubre de 1915, Edith conoció el castigo por su delito
La enfermera que perdió la vida por salvar a otros
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El papel de una enfermera en una guerra siempre es complicado. Particularmente el de una enfermera en territorio enemigo. Si estás curando a tus compatriotas, estás facilitando que puedan volver al tablero. La Primera Guerra Mundial, pionera en un sinfín de atrocidades, también nos dejó a una mártir de esta profesión.
En 1907, Edith Cavell, una enfermera profesional británica, se trasladó a Bélgica para dirigir una escuela de enfermería. Pese a que el inicio de la guerra la encontró visitando a su madre en Inglaterra, Edith decidió volver a su país de acogida, que se había convertido en uno de los principales campos de batalla del conflicto. Una vez allí, la enfermera Cavell no sólo se dedicó a curar a los heridos, también los ayudaba a huir a los Países Bajos, que se habían declarado neutrales. Principalmente ayudó a ingleses y franceses, pero también ayudó a belgas e incluso a alemanes. Pero al final sus actividades fueron detectadas por los ocupantes alemanes, y fue juzgada junto con otros por un crimen de alta traición. Que puede parecer extraño, al no ser ella ciudadana alemana, pero el código penal alemán consideraba que al encontrarse en territorio ocupado, podía aplicársele este crimen. El 7 de octubre de 1915 supo la pena que conllevaba su delito: la muerte por fusilamiento. Cinco días más tarde, fue ejecutada. Sus últimas palabras fueron “Con el patriotismo no basta, debemos evitar el odio hacia todo el mundo”.