¿Por qué no nos preguntan más?

Madrid

El pasado fin de semana, Chile aprobó en referéndum por una inmensa mayoría, casi el 80%, redactar una nueva constitución que sustituya la vigente, elaborada aún en tiempos del dictador Pinochet. Y Nueva Zelanda ha decidido por referéndum y con un 65% de apoyo aprobar una Ley de Eutanasia, el primer país del mundo que lo hace por este procedimiento. Y, hemos de confesarlo, ambas consultas nos dan un poco de envidia.

Porque estos dos asuntos, cruciales en una sociedad democrática, se mantienen atascados en nuestro país desde hace lustros. Alimentan, eso sí, debates políticos y mediáticos circulares y cansinos que nunca llegan a nada. Un debate paternalista en el que hablan de nosotros y en nuestro nombre sin tenernos en cuenta. Y hoy, mirando a Chile y Nueva Zelanda, es un buen día para preguntarse por qué no nos preguntan definitivamente en un referéndum o, por lo menos, por qué nos pregunta el CIS si queremos ser preguntados. Sería una estupenda manera de abandonar discusiones bizantinas consultando a los titulares de la soberanía nacional, tal y como consagra nuestra Constitución. Tan sencillo es que resulta muy complejo explicar y entender por qué no se hace.