En la lucha contra el coronavirus se nos ha olvidado el coronavirus

Madrid

Una de las razones por la que estamos fracasando en la lucha contra el coronavirus es porque hemos olvidado el coronavirus. Y me explico: el enrevesado y el agitado pulso jurídico político para precisar atribuciones y responsabilidades, más la preocupación por el impacto económico de la crisis, nos han hecho perder de vista que, sobre todo el coronavirus es un problema de salud pública.

Y como consecuencia de ese desenfoque, las medidas de control de la pandemia han sido en general, porque en el mapa de España hay de todo. Más bien apaños para encajar las piezas del puzle político desunidos y sin dar con el punto exacto entre mando único y gobernanza en la toma de decisiones.

Hemos terminado poniendo en marcha medidas de eficacia dudosa, casi siempre tardías, desordenadas en algunos casos, como en Madrid, directamente indescifrables para desconcierto de todos, menos del virus que se las arregla estupendamente.

Donde mejor se comprueba que se nos ha difuminado el aspecto prioritario del problema es que apenas hablamos de nuestro sistema sanitario. La semana pasada lo preguntaba y ahora, insisto, hemos olvidado las lecciones de la primera ola y las promesas y los propósitos engolado anunciados.

¿Hemos reforzado los servicios sanitarios o no? Dónde están los datos? ¿Cuántos rastreadores médicos, enfermeras, auxiliares hemos incorporado? ¿Cuántas nuevas plazas hospitalarias hemos habilitado, cuántos equipos, cuánto dinero?

Y en las residencias de ancianos, epicentro del terremoto que ahora vuelve a serlo, ¿qué nuevas medidas se tomaron? ¿Qué nuevos medios se pusieron a disposición? No oigo a los partidos reclamar esa información con énfasis debido, ni tampoco los empresarios, ni a los sindicatos.

Y también nosotros, los medios, deberíamos martillar esta exigencia con mayor insistencia. Desplazar del primer lugar de la atención el problema de salud es un desatino humano y además es una equivocación política, porque en este caso el orden de los factores sí altera el producto. El porvenir de la economía es inseparable de la evolución de la pandemia. Los confinamientos severísimas en muchos países nos confirma que se va aprendiendo esta lección y los disturbios no revelan que se abre otro flanco de conflicto en el orden público.